El comienzo de clases conlleva a cambios desde el hogar, y también a una visita al pediatra. Es que para garantizar el buen rendimiento escolar, no sólo es clave reorganizar los horarios, siempre más relajados durante las vacaciones, sino también comprobar que nuestros hijos no cursen ninguna complicación en su salud.
En primer lugar es fundamental que los chicos respeten los horarios de sueño para así poder rendir durante la jornada en el colegio. En ese sentido, los padres debemos ponernos más firmes y establecer un horario para que vayan a dormir y cumplir con al menos 8 horas de descanso. Es nuestra tarea comprobar que no estén frente a la televisión hasta elevadas horas de la noche o que se excedan con los juegos por Internet. Para lograr esto es aconsejable no tener el televisor o la computadora en el dormitorio.
A su vez, los pediatras insistimos sobre los hábitos de higiene que los padres deben reforzar durante todo el período escolar. Lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño es fundamental para evitar la transmisión de enfermedades. Por otra parte, se debe prestar atención a los cuidados personales como el cepillado de dientes.
El inicio del año escolar suele coincidir también con la consulta médica anual, con el objetivo de obtener un certificado de aptitud física para que los niños puedan asistir al colegio. Durante esa visita, los profesionales insistimos sobre la importancia de una buena alimentación y de realizar las cuatro comidas diarias: desayuno, almuerzo, merienda y cena.
Recordamos especialmente no saltear el desayuno, ya que es clave para que los chicos puedan rendir en las horas siguientes. También sugerimos que consuman una colación antes del mediodía y en caso de llevar una vianda, que ésta sea balanceada y saludable. Además, insistimos en que beban entre tres y cuatro vasos de leche diarios.
Por otra parte, no se debe olvidar realizarle al niño un control oftalmológico para chequear si necesita solucionar un problema en la visión; comprobar si su lenguaje es adecuado para la edad y descartar problemas de audición y, por último, realizarse un chequeo odontológico.
Pero más allá de las derivaciones, el pediatra debe revisar el carnet de vacunación para confirmar que las inmunizaciones del niño estén al día. Es que a los 6 años se debe recibir la Triple bacteriana, la Triple viral y la Sabín. A los 11, los chicos deben aplicarse la Triple acelular y desde el año pasado, las niñas tienen que recibir la inmunización contra el VPH (virus del papiloma humano).
Si bien la revisación médica anual y el examen clínico suelen ser suficientes para la mayoría de los pequeños, se deben indicar otras pruebas en el caso de que existan antecedentes de algunas enfermedades. Por ejemplo, sólo se sugiere un examen cardiológico si algún familiar cercano presentó una enfermedad cardiovascular antes de los 50 años, si el niño posee una patología o en situaciones especiales, como por ejemplo, si planea practicar deportes de alto rendimiento.
Pero por fuera de las puertas del consultorio, los padres deben mantener una conducta constante para prevenir (y tratar) una epidemia: los piojos. Se le debe realizar al pequeño revisaciones y pasarle el peine fino regularmente . Para evitar contagiarse esta plaga, recomendamos que las niñas asistan a clase con el pelo recogido, pero si no se pudo evitar la propagación, sugerimos fuertemente no automedicarse y utilizar solamente productos indicados por pediatras.
Por último, es importante que los niños realicen actividad física al menos tres veces por semana y procurar que tengan un espacio para jugar, ya que lo lúdico ayuda al aprendizaje, crecimiento y la integración social. En síntesis, lo que los padres y los docentes no debemos olvidarnos es que si un niño está en condiciones saludables, puede aprender mejor.