En las mujeres con trombofilia, el embarazo requiere un seguimiento conjunto del médico obstetra y del hematólogo, quien se encarga de establecer el tratamiento y de evaluar su progreso.
“En cuanto a la administración de heparina, una opción es usar una dosis ajustada según el peso de la mujer, con un control mensual para determinar la concentración de esta sustancia en la sangre. La otra opción es administrar una dosis fija”, explica la doctora Adriana Sarto, especialista en Hematología Aplicada a la Reproducción. Y agrega: “Nosotros usamos dosis ajustadas, por lo que la paciente debe visitar al hematólogo una vez por mes, con el análisis de sangre y las ecografías correspondientes”.
Según afirma el doctor Armando Cardahi, médico ginecólogo especialista en Fertilidad y Reproducción Asistida, “el mayor riesgo lo tiene fundamentalmente el feto, en especial en el primer y segundo trimestre del embarazo”. Y destaca que en el caso de las mujeres con antecedentes de complicaciones por trombofilia, es necesario evaluar bien el crecimiento fetal dentro del útero, en especial a partir de la semana 24. “La mejor manera de hacer el seguimiento es con la ecografía Doppler, que evalúa cómo llegan la sangre y el oxígeno al bebé desde la placenta. Si el flujo está disminuido, el bebé crece menos”, puntualiza.
Asimismo, el especialista explica que “si estos controles más estrictos de la salud fetal a partir de los seis meses dan indicios de que el bebé no está creciendo bien, se evalúa la necesidad de una cesárea, porque el útero ya pasa a ser un lugar de estrés para el bebé”. Pero aclara que “si la paciente está monitorizada, el bebé crece bien y todos los parámetros están dentro de lo normal, el parto puede perfectamente ser natural”.
Luego del nacimiento, la madre debe seguir el tratamiento con heparina y los controles médicos, porque todavía existen riesgos de que se produzcan episodios de trombosis.