Una joven de 21 años que había quedado paralítica a causa de sufrir lupus, volvió a caminar después de dos años y medio, tras someterse a una operación atípica para una chica de su edad. La intervención se realizó en el hospital bonaerese “Luisa C. Gandulfo”, de la localidad de Lomas de Zamora.
El equipo de cirujanos de traumatología, a cargo del especialista Mauricio Torbidoni, le colocó dos prótesis que reemplazaron su cadera, afectada por una necrosis ósea avascular.
“Hacía más de dos años que mi hija estaba en silla de ruedas. Pero gracias al trabajo y al apoyo incondicional de todo el hospital hoy camina y lo que parecía un sueño es realidad”, contó emocionada Karina Gallegos, la madre de la paciente Sabrina Oviedo.
Los especialistas coinciden en que se trató de una intervención “atípica” ya que el reemplazo de cadera es frecuente en adultos mayores, pero no en jóvenes. También fue poco común porque en general sólo se ve afectado un lateral; pero en este caso ambos lados de estaban muy deteriorados. A su vez, la muchacha padecía un dolor insoportable y permanente en el nervio ciático que la recorría desde la cintura hasta los pies.
Sabrina, quien es madre de dos hijos, contó: “Todo ese tiempo en el que no pude caminar me era imposible atender a mis nenes sola; lo que más me dolía era tener que depender para todo de mi mamá y de mi pareja, fue muy angustiante, pero siempre estuvieron conmigo”.
Ahora, en cambio, puede deambular dentro de su casa de Banfield, y si debe recorrer distancias más extensa,s puede caminar con la ayuda de un andador. Tras algunos meses más de rehabilitación confía en poder andar sin ningún tipo de soporte.
La operación, que requirió dos prótesis valuadas en 30 mil dólares cada una, se realizó en dos etapas. Primero, el 16 de agosto del año pasado, se colocó la del lado izquierdo, y el 24 de abril de este año, tras dos horas de quirófano, se completó la colocación del lado derecho. A partir de entonces, gradualmente y con ayuda de la rehabilitación, pudo ponerse de pie otra vez.
“Yo tengo obra social pero no quise atenderme en un sanatorio porque los médicos del hospital, sobre todo el doctor Mario Macaudier, fueron de primera con nosotros y no puedo dejar de agradecerles”, enfatizó la madre.
Macaudier fue el médico de cabecera de Sabrina desde que ingresó en el hospital Gandulfo, cuando recién llegaba de San Juan, donde le habían diagnosticado lupus. En ese momento presentaba un daño renal avanzado, había perdido el cabello y tenía fuertes dolores articulares.
El especialista explicó que el lupus es una enfermedad rara y autoinmune, en la cual el organismo reacciona contra sí mismo. Se estima que afecta a 1 de cada 100 mil habitantes, sobre todo a las adultas jóvenes. De hecho por cada hombre con lupus hay 9 mujeres que lo padecen.
La sintomatología varía notablemente de un caso a otro. Los pacientes alternan periodos de crisis o exacerbación de los síntomas con otros de remisión, en los que se encuentran bien. Lo cierto es que en la actualidad no tiene cura ni se conocen sus causas aunque sí se sabe que una situación de estrés extremo puede desencadenarlo.
“Esta enfermedad requiere tratamiento con corticoides”, explicó Macaudier y agregó que “si bien esto es necesario para vivir genera una necrosis de las caderas, que van perdiendo su función de sostén y el paciente queda inválido”.
Fue él quien tuvo que advertirle a la mamá de Sabrina que su hija no iba a poder caminar. A partir de entonces, se conectó con sus colegas del servicio de traumatología quienes se pusieron en campaña para determinar qué prótesis deberían conseguir para Sabrina.
Finalmente, con el aporte de la obra social, el Estado provincial y el trabajo del hospital, se pudo operar. Hoy disfruta más que nunca de sus hijos y tiene su enfermedad bajo control.
De la cirugía participaron los médicos Mauricio Torbidoni, José Luis Meli, Cristian Indrieri y Juan Manuel Cárdenas con el apoyo del jefe del servicio de Traumatología, Fernando Flores. Karina, la mamá, no deja de agradecerles y afirma: “Mi hija es una guerrera, una leona: nunca bajó los brazos; no se puede creer como se la bancó”.