Una nueva investigación publicada en EEUU sugiere que fumar marihuana de forma regular en la adolescencia podría inducir a una pérdida de capacidad intelectual de forma permanente en la adultez.
Los científicos, que difundieron sus conclusiones en la revista de los Anales Nacionales de la Academia de Ciencias (PNAS) compararon el coeficiente intelectual (IQ) de 1.000 neozelandeses a los 13 años y luego a los 38. Algunos de ellos eran usuarios regulares de cannabis y otros no.
Los resultados fueron sorprendentes: se registró un descenso de ocho puntos para aquellos que comenzaron a fumar como adolescentes y mantuvieron el hábito de forma persistente a los 20 y 30 años, afirmó la encargada principal de la investigación, Madeline Meier, psicóloga de la Universidad de Duke.
Por el contrario, los individuos que participaron en el trabajo y que nunca habían fumado marihuana su IQ subió entre unas décimas y un punto. Al respecto, la investigadora sustuvo que “como media el IQ debería permanecer estable a medida que una persona envejece».
«Sabemos que el coeficiente intelectual es determinante en el acceso de una persona a la educación universitaria, en el ingreso económico a lo largo de su vida, a un trabajo y su rendimiento», afirmó Meier.
«Alguien que pierde ocho puntos de IQ en su adolescencia, en los veinte puede estar en desventaja con respecto a sus compañeros de la misma edad en la mayoría de los aspectos de la vida, así como también en los años venideros», agregó.
El descenso en el IQ no es atribuible a diferencias en la educación o por el abuso de otras sustancias, como alcohol y otras drogas, afirmó.
Aquellos que comenzaban a fumar cannabis como adolescentes y continuaban de forma habitual también obtenían peores resultados en pruebas de memoria y en su habilidad para centrarse en algo y pensar rápidamente, incluso cuando se ajustaban los resultados en relación a las habilidades naturales de cada individuo.
Aquellos que lo dejaron o espaciaron el uso de marihuana en el año anterior a la prueba de los 38 años todavía mostraban los mismos déficits. Sin embargo para aquellos que comenzaron a fumar como adultos, la capacidad intelectual no se vio mermada. Esta es una distinción clave, según la investigadora.
«La adolescencia es un periodo particularmente vulnerable en el desarrollo del cerebro», afirmó Meier. Los jóvenes que fuman a edades tempranas a menudo «pueden estar interrumpiendo los procesos normales clave del cerebro» y dañándolos de forma permanente, explicó.
El estudio no determinó cuanta marihuana se fumó o con qué frecuencia la usabaqn los consumidores habituales.
Los que mostraron déficits fueron aquellos identificados por los investigadores como «dependientes del cannabis» durante entrevistas periódicas entre los 18 y 38 años.
Más investigación podría ayudar a determinar si dejar la sustancia por más de un año podría significar que «la capacidad podría ser recuperada», afirmó Meier. «No estudiamos esto pero es definitivamente posible», agregó.
Sin embargo el fondo de la cuestión es que los resultados, dijo, muestran que «el uso de cannabis o de marihuana en la adolescencia no es saludable, sino perjudicial».