Sedentarismo, la gran causa de la obesidad infantil

Según un estudio de la Universidad Maimónides, el 61% de los chicos obesos mira más televisión de las dos horas diarias recomendadas. Los que tienen sobrepeso en los primeros años, además, poseen altas chances de tenerla en la adultez. 

El 61% de los niños obesos mira más de las dos horas de televisión diaria recomendadas por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), un factor que atribuye a que no realicen actividad física. Así concluyó un estudio de la Universidad Maimónides, presentado en una jornada de actualización sobre la este problema en problaciones infanto-juveniles,

Durante el encuentro que fue organizado en conjunto con la Fundación Medifé y  se realizó a pocos días de celebrarse el Día Universal del Niño y el Día de la Obesidad, se abordó el tema de la prevención desde una mirada multidisciplinaria que abarcó las perspectivas de la nutrición, la clínica médica y la psicología.

La nutricionista Marcela Leal, directora de la carrera de Licenciatura en Nutrición de la Universidad Maimónides, fue la encargada de presentar los resultados de diversas investigaciones realizadas en el marco del programa Escuela Promotora de Alimentación Saludable (EPAS), que se aplica en colegios primarios y secundarios para promover tanto una buena nutrición en los alumnos como el cuidado de la seguridad en los alimentos que ingieren.

Del trabajo realizado por la institución educativa a la que pertenece, también se desprende que el 38% de los niños mira más de dos horas de televisión diaria.

Leal ilustró el cuadro de situación actual de nuestro país al decir que los niños obesos en edad escolar tienen un 25% de chances de sufrir esta enfermedad en la adultez y la  probabilidad asciende entre un 50 y un 80% cuando el sobrepeso aún existe durante la adolescencia. 

A su turno, el doctor Fernando Coppolillo, especialista en medicina familiar por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y consultor de servicios de salud, consideró que debe existir un vínculo entre la investigación y la actividad política, para así avanzar en la legislación y “poder trabajar en aspectos como la disminución de sodio de los alimentos, la regulación de publicidad y de kioscos en las escuelas,  el otorgamiento de subsidios para el consumo de frutas y verduras e impuestos para comida chatarra”.

Por su parte, la  doctora en Psicología Guillermina Rutztein, directora de proyectos de investigación sobre trastornos alimentarios en la Universidad de Buenos Aires, explicó que estos desórdenes  son “enfermedades multideterminadas” en las que confluyen “factores psicológicos, biológicos y socioculturales”.

Los trastornos, en sus palabras, “se caracterizan por la presencia de alteraciones serias de las conductas relacionadas con la ingesta de alimentos, acompañadas por un gran temor a engordar y una excesiva preocupación por la imagen corporal, la comida y el peso” y, de acuerdo a distintos estudios “se presentan en edades más tempranas y perduran hasta edades cada vez más avanzadas”.

Para la prevención de estos desórdenes en adolescentes, Rutztein relató que en los talleres en las escuelas se brindó información sobre cambios corporales esperables durante la adolescencia y se  fomentó el análisis crítico sobre el ideal de belleza femenino de extrema delgadez.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí