La gripe o influenza es una enfermedad respiratoria causada por un virus que nos acompaña todos los años. Debido a lo observado en el hemisferio Norte, donde hubo circulación de la cepa H3N2, además de la pandémica H1N1, debemos enfatizar en la importancia de la vacunación. Dado que hace muchos años que no tenemos infección por esta variedad de influenza, necesitamos crear defensas para estar protegidos. Para ello, la mejor herramienta es la vacuna, que es segura, efectiva y puede administrarse en todas las personas mayores de 6 meses.
Los síntomas de la gripe son fiebre alta (mayor a 38°C), tos seca, dolores de cabeza, dolores musculares y decaimiento. Puede afectar a cualquier persona, sin embargo, hay quienes poseen mayores probabilidades de tener complicaciones serias (como la neumonía), sufrir internaciones e incluso, morir.
Quienes integran estos grupos, como los niños menores de 2 años, adultos mayores de 65, embarazadas, madres con hijos menores de 6 meses, pacientes con compromiso de la inmunidad, fumadores, personas con enfermedades previas (cardíacas, pulmonares, renales, hepáticas, sanguíneas o metabólicas, como diabetes) o aquellos que tienen contacto frecuente con ellos, deben tomar mayores precauciones y recibir la inmunización cada año para evitar el contagio.
Si bien la vacuna tiene indicaciones precisas para su aplicación gratuita en aquellas personas que presentan factores de riesgo, tenemos que tener presente que todo aquel que pretende no tener gripe puede vacunarse.
Asimismo, esta inmunización es obligatoria para el personal de la salud y recomendada para docentes, acompañantes y cuidadores.
¿Pero por qué vacunarse todos los años? Porque cada temporada circulan distintas cepas del virus. Además, las defensas adquiridas por inmunizaciones solo son útiles durante un año. Mantenerse protegidos es clave la revacunación anual, preferentemente, durante los meses de otoño.