El maltrato psicológico incluye una serie de conductas muy dañinas pero también muy aceptadas en nuestra sociedad. Todavía hay quienes consideran “normal” que en las relaciones de pareja haya celos, control, invasión de la privacidad, menosprecio, coerción económica, agresiones verbales, amenazas y hasta discusiones frecuentes con gritos e insultos. Estos comportamientos no sólo están lejos del amor sino que son signos claros de violencia psicológica. Minimizar, callar y aceptar estas situaciones es entrar en un círculo cada vez más peligroso del que luego es muy difícil salir. Resulta crucial que quien la padece pida ayuda y que quien es testigo denuncie.
En diálogo con DocSalud.com Norma Mazzeo, Supervisora general de las Brigadas Móviles del Programa Las Víctimas contras las Violencias, explica que la violencia psicológica es de difícil percepción tanto para quienes la padecen como para su entorno, porque se encuentra enmascarada por los estereotipos de género. Por eso resalta: “Cuando una mujer o sus allegados perciben que se encuentra más aislada de su núcleo familiar y social, que su autoestima disminuye o que son frecuentes el descrédito de sus opiniones o acciones, seguramente estaremos frente a una mujer que es víctima de violencia. Generalmente son procesos lentos y sostenidos que van generando un desgaste tal que la victima termina en un estado de indefensión, dependencia y miedo que le impide abandonar ese lugar”.
Hay que actuar ante los primeros indicios y no dejar pasar comportamientos que nada tienen que ver con el amor. “Los primeros indicadores de violencia, que son los celos, el control y el aislamiento, buscan alejar a la mujer de su familia, de sus amigos, de sus actividades cotidianas para lograr el objetivo del varón agresor que es controlar, dominar, poseer para después aniquilar”, puntualiza a DocSalud.com Fabiana Túñez, Cofundadora y Coordinadora General Ejecutiva de la Asociación Civil La Casa del Encuentro.
El papel de conocidos, vecinos y testigos
El entorno de amigos y familiares a veces es cómplice por minimizar la conducta del agresor, incluso cuando la mujer pide ayuda. Esto hace que sigan atrapadas en el círculo durante más tiempo. “Sobre todo si pertenecen a la clase media, la familia, los amigos les aconsejan a las mujeres que no pongan en juego su situación económica, que piensen qué van a hacer con los hijos, de qué van a vivir”, ejemplifica a DocSalud.com Monique Altschul, Directora Ejecutiva de Fundación Mujeres en Igualdad .
Nunca hay que subestimar las conductas violentas, existen muchas instituciones y profesionales bien preparados para brindar herramientas y recursos a quienes vivan estas situaciones. Así reflexiona Altschul: “El hecho de poder reconocer la violencia ya es un paso importantísimo, vemos que hay un aumento terrible de casos pero lo que nos preguntamos es cuántos de estos casos siempre ocurrían y no eran siquiera percibidos como violencia y tampoco eran denunciados”.
A veces, quienes presencian o escuchan escenas de agresión no saben qué hacer o temen que la víctima salga en defensa del agresor, por eso es muy importante saber cómo actuar. “El testigo debe decir lo que ve o escucha; ese es el compromiso social que debemos tomar para erradicar la violencia contra las mujeres. Las leyes sancionadas para tal efecto, no alcanzan si lo que la letra escrita dice, no se pone en práctica desde las instituciones y la sociedad toda”, enfatiza Mazzeo.
En este sentido, Mazzeo explica un punto importante: “Las víctimas de violencia padecen lo que conocemos como ‘el circulo de la violencia’ que, a modo descriptivo, incluye tres etapas: la primera en la que se da la acumulación de tensión, la segunda en la que ocurre el estallido y una tercera que es como una Luna de Miel. Es en esta última etapa, en la que el victimario despliega sus estrategias planteando arrepentimiento y promesas de cambio, cuando puede suceder que la víctima defienda al agresor. Como bien sabemos, el agresor no va a cambiar, por lo tanto ella seguirá sufriendo sus estallidos. La mujer víctima de violencia, muchas veces no puede reconocer esto o confía en que logrará que la persona que ama cambie. Desde esta lógica, si el testigo no habla será cómplice del agresor”.
Dificultades cuando no hay agresión física
“Todavía falta trabajar en el tema de la violencia psicológica, no sólo dentro de la sociedad sino en algunos organismos que intervienen. Por ejemplo, aun cuesta mucho que en todas las comisarías del país tomen la denuncia cuando se trata de este tipo de violencia, tienden a desestimar y menoscabar a la mujer, dejándola nuevamente aislada, que es el objetivo del agresor. En este sentido, hay otro problema y es que el varón agresor suele tener una doble fachada, aparenta ser muy trabajador, buen padre y marido en su oficina y entre los amigos, pero la verdadera cara sólo la muestra a solas entre cuatro paredes”, considera Túñez.
“Para las mujeres es más difícil pedir ayuda cuando no hay agresión física, porque la psicológica es más difícil de probar”, observa la Lic. Altschul y agrega que tampoco es frecuente que compartan esta vivencia con sus amigas por la baja autoestima y por un sentimiento de culpa.
Cuándo y dónde denunciar
Mazzeo indica que a partir de la sanción en 2009 de la Ley 26.854 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, toda mujer puede efectuar una denuncia por violencia psicológica, sin tener que presentar “lesiones como prueba”.
Estas denuncias se realizan en las sedes de la Justicia Civil o en las Fiscalías de la Ciudad de Buenos Aires. Si la violencia se encuentra dentro del marco de lo doméstico (entendido por pareja, ex pareja, novio) se puede realizar en la Oficina de Violencia Doméstica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Dónde pedir ayuda
Para contactar al Programa Nacional las Victimas contra las Violencias dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos de Humanos de la Nación por correo electrónico a [email protected]. En la Ciudad de Buenos Aires llamando al número 137. “La línea funciona las 24 horas, los 365 días del año y quienes atienden las llamadas son profesionales, psicóloga/os y trabajadores sociales capacitados en la temática. A este número pueden llamar: una víctima de violencia familiar, vecinos que escuchen o presencien violencias en otro domicilio, instituciones, familiares de víctimas y cualquier otra persona que presencia un hecho de violencia familiar. También recibimos solicitudes de orientación y/o intervención de las Comisarías y Hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Las intervenciones son exclusivamente ante urgencias y emergencias. Si quien efectúa el llamado, manifiesta su conformidad respecto de la intervención de la Brigada, se desplaza un Equipo Móvil de profesionales, psicólogos y trabajadores sociales, que asisten a la victima, elaborando con ella las estrategias posibles para su resguardo. Vamos donde se encuentre la víctima”, señala Mazzeo, supervisora general de las Brigadas Móviles.
En el sitio web de la Campaña argentina por la equidad de género y contra la violencia “Otra vida es posible, tenemos derecho a una vida sin violencia”, se ofrece todo tipo de recursos y hay un listado de centros de atención en todo el país: http://www.vivirsinviolencia.gov.ar/ctros.html
También existen diversas organizaciones y asociaciones que ofrecen asesoramiento psicológico y legal. Por ejemplo, en la Asociación Civil La Casa del Encuentro hay un centro de asistencia para mujeres víctimas de violencia y sus familias, totalmente gratuito. Av. Rivadavia 3917 Ciudad de Buenos Aires, Teléfono 4982-2550 Emergencias: 5938-4357.
“Los grupos de autoayuda son muy importantes, ahí se pueden compartir experiencias que muchas veces las mujeres no quieren comunicar ni siquiera entre amigas pero que sí se pueden abrir y hablar de estos problemas en estos grupos con gente que no conocen, que son de otro círculo”, amplía Altschul de la Fundación Mujeres en Igualdad.
Ante emergencias, en todo el país llame al 911.