Un grupo de científicos halló «profundas anormalidades» en estudios de la actividad cerebral efectuados sobre jugadores retirados de fútbol americano, lo que se suma a otras pruebas que señalan que los repetidos golpes en la cabeza pueden desencadenar a largo plazo hostilidad y demencia.
Aunque los ex jugadores de la liga estadounidense de fútbol americano (NFL) que participaron del estudio no fueron diagnosticados de ninguna lesión neurológica, las pruebas mostraron una actividad inusual relacionada con el número de veces que habían abandonado el campo con lesiones de cabeza durante su carrera deportiva.
Adam Hampshire, del Imperial College de Londres, que lideró el estudio, dijo que los ex jugadores mostraban «algunas de las anormalidades en la actividad cerebral más pronunciadas» que ha visto alguna vez a la par que aclaró a través de un comunicado que ha “procesado muchos datos de pacientes en el pasado».
Cada vez más investigaciones científicas muestran que los golpes repetidos en la cabeza pueden llevar a un estado conocido como encefalopatía traumática crónica, que puede llevar a la pérdida del control de las decisiones, la hostilidad o agresión y la demencia.
Otros estudios mostraron antes que los ex jugadores de este deporte tienen altas tasas de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Los nuevos resultados también sugieren que los jugadores de fútbol americano también corren riesgo de sufrir déficit neurológicos sutiles que no necesariamente se detectarían en análisis clínicos habituales.
John Hardy, del Instituto de Neurología del University College de Londres, quien no participó del nuevo estudio, dijo que los hallazgos mostraban lo que él y otros sospechaban: que la conducta disfuncional común entre ex deportistas como jugadores de fútbol americano y hockey sobre hielo y boxeadores está relacionada con lesiones cerebrales subclínicas producidas durante sus carreras.
Hampshire efectuó su investigación con 13 ex jugadores de la NFL que sentían que sufrían problemas que afectaban su vida cotidiana.
Una serie de controles reveló patrones inusuales en la actividad del lóbulo frontal, la región del cerebro responsable de las denominadas funciones ejecutivas, como por ejemplo la toma de decisiones, lo que podría afectar la capacidad de una persona de planificar y organizar su vida diaria.