La tragedia aérea de Germanwings en la que Andreas Lubitz fue acusado de estrellar un avión en Los Alpes adrede y así provocar la muerte de 150 personas no sólo abrió en Alemania interrogantes, sino también un fuerte debate sobre si se debe flexibilizar el secreto profesional para determinadas profesiones, luego de trascender este lunes que el copiloto había recibido tratamiento psiquiátrico por sus tendencias suicidas y que el día del incidente estaba de baja médica. En concreto, el presidente de la Cámara Federal de Psicoterapeutas de Alemania (BPTk), Rainer Richter, dijo a la agencia dpa no cree que la solución sea flexibilizar el silencio entre facultativos y pacientes, ya que los “médicos y psicoterapeutas ya están facultados para romper la confidencialidad si con eso pueden evitar un daño a terceros”. Sin embargo, el experto en Derecho Laboral de la patronal alemana (BDA) Thomas Prinz consideró que si un empleado “trabaja en ámbitos relevantes para la seguridad y tiene problemas psíquicos, un organismo independiente estatal debería estar al tanto de ello”. DocSalud.com consultó a psicólogos y psiquiatras para saber sus posiciones.
“El secreto profesional que los médicos juramos al recibir el título habilitante está en función del bienestar del paciente, no es un rasgo obsesivo al servicio de sí mismo”, explicó la doctora Lía Ricón, Psicoanalista Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“Si un paciente nos dice que va a suicidarse o que va a atacar a otros, le explicamos que no está en condiciones de cuidarse solo y que necesitamos compartir lo que nos ha dicho con su familia o con quien pueda ayudarlo a no cometer suicidio, ni homicidio ya que por esta última conducta iría a la cárcel. Esto no se hace de ninguna manera a espaldas del consultante”, explicó Ricón, quien también es Directora de la Carrera de Médico Especialista en Psiquiatría de la UBA.
En la misma línea, el doctor Néstor Marchant, Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), indicó que en casos de tendencias suicidas “si es el psiquiatra un privado debe llamar a los familiares, decir lo que está pasando delante del paciente e indicar internación inmediata, en sitios donde pueda esta cuidado por profesionales con experiencia en este tipo de pacientes”. Si hubiese una negación por parte del entorno a esta alternativa, “el profesional firma un papel en el que deja de ser el profesional tratante”.
“En caso de que el diagnóstico se realice por un psiquiatra de la empresa, éste debe elevar un informe a la entidad que lo contrató”, indicó Marchant, para luego agregar que los profesionales médicos tanto privados como los de Germanwings “fallaron, ya que el Lubitz no debería haber volado nunca porque se trataba de un paciente con traumas psíquicos que veía como única solución al suicidio”-
“Nosotros somos psiquiatras, pero antes somos médicos y debemos salvarle la vida al paciente. En Alemania tienen ideas muy rígidas en relación al secreto médico, pero con el suicidio de Lubitz murieron además 150 personas”, indicó Marchant.
Más allá del debate, el organismo alemán de psicoterapeutas indicó que el problema no radica en la flexibilización de la confidencialidad, sino en “la dificultad de evaluar seriamente y reconocer sin ninguna duda la intención de una persona de querer hacerse daño a sí misma o en especial a terceros”. Para la doctora Ricón, “sí se puede asegurar el riesgo y evaluarlo, aunque no se puede vaticinar a ciencia cierta cuál va a ser la evolución de una dolencia”. Para Marchant, Lubitz se trataba de “un hombre inteligente, capaz de disimular sus rasgos”, pero “los psiquiatras tienen métodos especiales para detectar el engaño y en este caso, fallaron”.
Consultada sobre la posibilidad de que las tendencias suicidas de un paciente puedan volver a manifestarse ante situaciones de estrés, la doctora Ricón explicó que existe esa chance, pero que “no sólo se trata de la diagnosticada depresión sino también de rasgos de personalidad que no aseguran la posibilidad de tomar la mejor decisión para sí y para las personas que están a cargo de un piloto de avión”.
Por otra parte, un comunicado de la compañía de aviación Lufthansa informó que la escuela de aviación en la que estudió Lubitz sabía que éste había sufrido una depresión que lo obligó a interrumpir por unos meses la formación hasta que “finalmente el copiloto recibió la confirmación médica de que era apto para volar». Este lunes, un diario francés informó que al empleado le habían recetado Olanzapina. En palabras de Marchant, “esta droga es antipsicótica y alguien que consume este tipo de medicamentos no está apto para volar”.
A su turno, el presidente del sindicato de pilotos Vereinigung Cockpit (VC), Ilja Shulz opinó que si su médico no estuviera obligado a guardar silencio, nunca le revelaría sus problemas. “Si se mantiene la confidencialidad, el profesional puede ofrecer ayuda de verdad”, opinó. Para la doctora Ricón, el facultativo, “está obligado al secreto profesional como consecuencia de su obligación de cuidar el bienestar de quien lo consulta y de promover la mejor situación para que pueda disfrutar plenamente de su vida”, pero se debe romper el silencio “cuando hay peligro de daño a quien consulta o a terceros”.