“Me apena que la gente no tome consciencia del valor de la salud”

En un mano a mano con Ámbito, el “Dr. C” no esquivó ningún tema de conversación. “La pandemia va a dejar una cicatriz, pero el daño colateral va a ser enorme”, disparó y aseguró que “no existe un manual sobre cómo erradicar el Covid-19”.

Dr. Guillermo Capuya (Foto: Gentileza)

“Al principio pateamos la pelota para adelante. Pero siempre fuimos conscientes de eso, porque sabíamos que el partido se iba a jugar en otro momento. Y lo estamos jugando ahora”. Guillermo Capuya apela a esta metáfora futbolera para explicar el manejo de crisis de la pandemia del coronavirus en la Argentina desde el día uno.

“En otras palabras, la decisión de decretar el confinamiento social y preventivo fue acertada. Había que evitar la saturación del sistema de salud y prepararlo para más adelante. De no haberlo hecho, hoy sería una catástrofe”, opina el “Dr C”, uno de los primeros convocados por Alberto Fernández en el mes de marzo para comunicar los alcances de la Covid-19 en el país.  “Fue un honor haber estado al principio de la crisis. Hoy hay excelentes médicos comunicando. Es gente bien intencionada, muy preparada y está a la altura”, reconoce. “No hay que castigar al Gobierno. Estados poderosos, con sistemas de salud robustos y economías sólidas, fracasaron rotundamente. No existe un manual sobre cómo erradicar la pandemia”, refuerza, antes de aclarar que “en muchas partes del mundo se apagaron los incendios, pero la llama quedó viva y se volvió a encender”.

Periodista: ¿Por qué cree que la gente no toma consciencia o subestima la pandemia?

Guillermo Capuya: No lo entiendo sinceramente. Me da pena que mucha gente no tome consciencia del valor de tener salud. A veces pienso en todos esos jóvenes que asisten a bares en masa, a fiestas clandestinas, o van por la calle y se besan y abrazan. Me pregunto si no tienen madre, padre, abuelos, hermanos, vecinos. ¿Cómo puede ser que no entiendan que pueden generar la muerte de alguno de ellos? Hay gente muy egoísta.

P.: Sos médico y periodista. Sos trabajador esencial por partida doble. ¿Qué sentís cada vez que volvés a tu casa del trabajo y te reencontrás con tu familia?

G.C.: Imagino que en la puerta de mi casa hay una rueda de la fortuna. Cuando llego a la noche la tiro y la hago rodar. Hasta ahora me tocó el casillero verde. Significa que volví y estoy bien. Pero soy consciente que hay un casillero amarillo y otro rojo. Muchas veces me pregunto cómo reaccionaría si soy positivo y contagio a mis hijos. Me llenaría de una culpa tremenda.

P.: Me quedé con esa frase “no existe un manual sobre cómo erradicar la pandemia”. ¿Creés que la sociedad es consciente de esto?

G.C.: Definitivamente gran parte de la sociedad no. Los números crecen día a día. Epidemiólogos reconocidos en el mundo dicen una cosa y después otra; la OMS se contradice cada tanto. Ninguno de los que estamos en el planeta vivimos una situación epidemiológica similar. Es ensayo y error.

P.: Vos, como personal de salud, estás en la primera línea de batalla. ¿Qué sentís al ver tanta gente en la calle?

G.C.: Impotencia. Nosotros, que vamos a los hospitales, que estamos en las terapias, que vivimos desde adentro la problemática, tenemos claro la gravedad del contexto. A las personas que no creen lo que está sucediendo, los invitaría si pudiese a acercarse a una terapia intensiva, que vean el estado de un paciente crítico, con respirador. El padecimiento de la familia que ni siquiera lo puede visitar y permanece en su casa esperando una llamada. Es desolador el panorama. No todos los ven, hasta que les toca vivirlo en primera persona. Ahí les cambia la perspectiva. Reitero, hay que dejar el egoísmo de lado. Tenemos que ser solidarios, con uno mismo y con el resto de la sociedad.

P.: ¿Cuál creés que puede ser el daño colateral que va a dejar la pandemia en la Argentina?

G.C.: Nos va a dejar un daño enorme, desde el punto de vista psíquico, económico, social. Pero va a pasar y en algún momento será historia. El problema es que la Argentina, por ser un país con un índice importante de pobreza, con alto desempleo, nos va impactar muy fuerte. Pero vamos a salir. 

P.: ¿Médico o periodista?

G.C.: Ambas. Un buen médico es un buen periodista. Es una persona que va al hueso, interroga. Uno hace a veces el diagnóstico del paciente pregutándole, no mirado los estudios, yendo a lo más profundo de sus vida va descubriendo cosas. Lo mismo pasa en el periodismo. Uno tiene que chequear la fuente, indagar mucho. Hoy hay mucha fake news y es muy importante desarrollar la profesión con honestidad.

P.: ¿Se está politizando la salud?

G.C.: Sí. Y es un gran error. No hay que politizar la comunicación en salud. Hay que ser objetivo. No hay que asustar a la gente pero tampoco subestimar la pandemia. Es una situación nunca vivida. Todos estamos aprendiendo sobre la marcha. Hasta que no tengamos una terapia adecuada o una vacuna, vamos a estar en una situación extremadamente complicada.

P.: Tenemos más de 10 mil casos. ¿Cuándo baja la curva?

G.C.: Estamos entre los diez países con más casos y entre los veinte en cantidad de fallecidos. Estamos en pleno ascenso de la curva. Y lamentablemente nos vamos a dar cuenta que llegamos al pico recién cuando lo miremos desde abajo. Eso no es hoy. La situación es grave. Hay provincias totalmente colapsadas, con un sistema de salud estresado y falta de recurso humano.

P: El problema con la saturación es el recurso humano. ¿Cómo se soluciona?

G.C.: Lamentablemente no tengo esa respuesta. Cada vez hay menos intensivistas, y eso es un gran problema. Formar un terapista lleva mucho tiempo. Es una especie en extinción. Se han muerto muchísimos médicos. Eso genera miedo. Y quiero desterrar un mito: es mentira que los médicos somos héroes. Porque los héroes tienen súper poderes, y nosotros estamos lejos de eso.

P.: ¿Por qué motivo el intensivista es una especie en extinción?

G.C.: Porque es una especialidad crítica, donde uno tiene un techo. Es un trabajo de 24×7 con un estrés enorme de tener que convivir con la muerte. Y los sueldos oscilan los $500 por hora en promedio. Una vergüenza. Para colmo, tener que convivir con el estigma social.

P.: ¿Esto lo sienten realmente así?

G.C.: Sin dudas. Muchos nos miran como si fuésemos alienígenas que tenemos ganas de contagiar a todo el mundo.

P.: ¿Están molestos los médicos y el personal de salud en general con la sociedad?

G.C.: Sí. La sociedad no solamente  margina al personal sanitario sino que se burla de alguna manera. El que hace una fiesta clandestina, el que se junta con amigos o familiares, el que transgrede sistemáticamente las normas nos toma el pelo. Pensálo así: mientras hay médicos jugando un partido de vida o muerte y de sol a sol, hay 40 personas en una fiesta, otras tantas tomando algo en un bar, etc…. Después a mucha de esa gente hay que atenderla.

P.: ¿Qué nos va a dejar la pospandemia?

G.C.: La pandemia va a dejar una cicatriz, pero el daño colateral va a ser enorme. El deterioro en salud mental va a ser bravo. Gente que dejó de asistir al médico, padres que dejaron de llevar a sus hijos al pediatra, pacientes oncológicos que nunca más se hicieron un control. También habrá muchas personas deprimidas, divorcios, etc…

P.: Estás liderando dos productos que nacieron con la pandemia: “Dr. C” en C5N y “DocSalud” en Ámbito Financiero. ¿Cuáles son los desafíos en el mediano y largo plazo en ambos casos?

G.C.: Son dos desafíos personales muy interesantes. Me capacité mucho para poder liderar dos proyectos de esas características. Creo que van a ser productos que se van a mantener en el tiempo. Lo interesante es que no hablamos sólo de Covid-19 sino que transitamos muchos temas relacionados a la salud. Con «Dr. C» empezamos con una hora semanal y tuvimos que estirarlo media hora más por el rating. DocSalud desembarcó para terminar de integrar el contenido de salud del Grupo. Hay que darle tiempo, pero va a impactar en Latinoamérica desde el punto de vista del contenido. Además el portal de Ámbito dio un salto de calidad enorme durante los últimos años. Por suerte tenemos una estrategia de comunicación transversal al canal, las radios, las puntocom, etc… Vamos por el buen camino. 

P: La última y para distender: el país habla de las excéntricas medias del «Dr. C». ¿Querés contar la historia?

G.C.: (Risas) Cada vez que me iba de viaje compraba. En un momento Guillermo Favale empezó a hablar de mis medias y me vi obligado a usar un par por día. El problema era que me gastaba un sueldo en medias. Hasta que se acercaron dos fabricantes y me ofrecieron hacerlas. Cuando llego a los aeropuertos, la gente me pide las medias de C5N. El día de San Valentín hicimos un modelo de color naranja. También tengo algunos pares con mi cara y consejos como «vacuna a tus hijos» o «lavate las manos”. Los mismos fabricantes que me hacen las medias a mí, hicieron un modelo para el presidente Alberto Fernández con la cara de Dylan.

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