Al menos 4 de cada 10 personas asintomáticas tienen enfermedad vascular en curso

Al menos cuatro de cada 10 hombres y mujeres menores de 60 años que no presentaban síntomas tenían una enfermedad vascular en curso, según estudios realizados en Estados Unidos y España a través de nuevos métodos de diagnóstico, describió  el español Valentín Fuster, uno de los más reconocidos cardiólogos del mundo al inaugurar el 41 Congreso Argentino de Cardiología, que se extenderá hasta el sábado.

«El 40 por ciento de las personas que se creían sanas tenían alguna enfermedad cardiovascular preexistente. No podemos predecir si esto implicará un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular, pero sí sabemos que es muy probable que tenga alguno de estos eventos», indicó Fuster ante un auditorio colmado en la sala Borges de La Rural, donde se desarrolla el Congreso.

Fuster detalló que esta información es el resultado de dos trabajos realizados con una población de la localidad de Chicago, en Estados Unidos, y con otra de Madrid, en España. «Lo novedoso de estos estudios es que gracias a nueva tecnología como el ultrasonido tridimensional uno puede observar la carga de enfermedad del paciente a edad temprana, y este método de diagnóstico, que en poco tiempo se extenderá, no saldrá más de 15 dólares, es decir, es económico«, indicó el especialista, director del Instituto Cardiovascular Mount Sinai de Nueva York.

«Ahora bien,  cuando a los pacientes de Estados Unidos les dijimos que tenían una carga de enfermedad el primer mes se angustiaron, el segundo ya lo consideraron un problema nuestro porque ellos se sentían bien, y éste es el principal problema al que nos enfrentamos: las personas no nos creemos vulnerables», agregó.

Tras hacer fuerte hincapié en la necesidad de invertir más en la prevención que en la cura, Fuster contextualizó a la enfermedad cardiovascular en las sociedades actuales. «El principal factor de riesgo es la conducta humana; la sociedad de consumo en la que estamos inmersos nos lleva todo el tiempo al cigarrillo, al alcohol, a las comidas con grasas trans, a las bebidas extra azucaradas», indicó.

«Por otro lado, la polución ambiental en la que vivimos tiene un fuerte impacto en la enfermedad cardiovascular; la concentración de determinadas partículas al ser inhaladas ingresa a los pulmones y produce radicales libres, que afectan al endotelio, mientras que el ruido tiene un impacto directo sobre la hipertensión porque la vibración que se genera produce una vasoconstricción el sistema periférico», continuó.

En este sentido, Fuster afirmó que los cardiólogos deberían «prestarle más atención al medio ambiente» y formarse «más en la vinculación entre el cerebro y el corazón».

«Ya desde hace tiempo que sabemos que las cosas que hacen bien al corazón impactan sobre el cerebro y a la inversa. Pero estudios recientes demostraron cómo quienes presentan enfermedad cardiovascular poseen microlesiones cerebrales que impactan en su nivel cognitivo», sostuvo.

Y en sentido inverso, el especialista mencionó que aquellos pacientes cuyos factores de riesgo fueron controlados, mejoraron su nivel cognitivo a partir de una mejor vascularización.

Fuster dedicó esta charla en homenaje a la cardioangiologa intervencionista argentina Liliana Grinfeld, fallecida este año, de quien aseguró «era de esas personas que uno conoce y escucha y le viene todo el tiempo a la cabeza por su entereza intelectual, física y moral».

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