Llegan las vacaciones de invierno y los padres buscan distintas alternativas para tener a sus hijos entretenidos, entre ellas teatro, cine y viajes. Es frecuente que este período no coincida con el receso de los padres porque el trabajo continúa. Pero los chicos no van a la escuela y requieren mayor dedicación. Es entonces que surge un problema, aunque no es el único.
Por alguna razón, se intenta llenar a los hijos de nuevas actividades: colonias, obras de teatro, cine, visitas de amigos, paseos. Es esperable y deseable que estas vacaciones sean placenteras para los niños siempre que no pasen a ser tan exigentes y se transformen en un nuevo ciclo lectivo transitorio, en el sentido en el que todo esto sea vivido como una gran exigencia.
La pregunta del millón es qué significan las vacaciones ¿Están para frenar un poco la exigencia? Si es así, ¿qué debe hacerse? Los chicos buscan relajarse, no quieren apurarse como el resto del año, madrugar, ir de un lado a otro. También es cierto que necesitan tomar contacto con sus juguetes, disfrutar su casa, visitar amigos, tíos y abuelos con quienes puedan armar programas alternativos.
Lo importante es tener en cuenta que en muchas ocasiones las vacaciones se transforman en año lectivo paralelo, donde se llena a los chicos de actividades sin darles posibilidades de jugar, algo que realmente necesitan.
Es importante matizar un poco. La oferta teatral y de espectáculos es tan grande que en muchas ocasiones los padres sienten que ofrecerles todo es lo que más los va a entretener.
Se debe tener en cuenta que todos están cansados y que lo más necesitan los niños es estar en casa, compartir actividades con su familia dentro de las posibilidades y matizar con la oferta de espectáculos.
Curiosamente, las vacaciones se transforman en una vorágine de salidas que permiten que los padres alivien su culpa, creyendo que de ese modo sus hijos van a estar mejor.
Pero en realidad las vacaciones significan no tener que ir a la escuela. También es un momento de encuentro familiar si es que puede programarse un viaje acorde a las edades de los hijos, teniendo en cuenta que hay actividades turísticas muy exigentes que pueden ser tediosas para los pequeños.
Es interesante observar que en muchas ocasiones surgen consultas psicológicas luego de las vacaciones de invierno dado que es el momento en que los padres pueden obsevar más a sus hijos y detenerse en ciertas cuestiones que en el trajín del año escolar resultan más imperceptibles.
Los chicos tienen que aprender a crear, utilizar su tiempo libre y sentir necesidad de buscar nuevas actividades que les permita descubrirse y disfrutar. Los padres, por su parte, también deben generar momentos de mayor libertad, sin pautar actividades en exceso.
*La Lic. Nora Koremblit de Vinacur es Secretaria del Departamiento de Niños de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)