Cuando terminan las clases y comienzan las vacaciones, muchos padres y madres se enfrentan con el mismo problema: cómo organizarse con el trabajo y cuidar a los niños. Los recursos son muchos y cada familia encuentra el que le resulta más conveniente.
Una opción son las guarderías y las colonias de vacaciones. Por otra parte, hay madres que se agrupan y turnan para cuidar a los chicos en diferentes horarios. Otras recurren a los hijos mayores, a los abuelos u otros familiares, a los amigos o a los vecinos. Y, en algún momento, todo padre o madre se pregunta: ¿cuándo puedo dejarlo solo?
No existe un consenso que establezca una edad más adecuada para el autocuidado. Hasta los 11 o 12 años, la mayoría de los chicos no puede tomar decisiones responsables para resolver situaciones de peligro o de emergencia. Sin embargo, entre los 8 y 10 años algunos niños pueden plantear que no tienen inconvenientes de quedarse solos por un tiempo corto.
Como primer paso, los padres deben considerar si el niño se siente seguro y si no tiene temor de quedar sin compañía en la casa. De lo contrario, esta situación puede ser una experiencia de enorme sufrimiento para él, con efectos potencialmente traumáticos.
Además de tener en cuenta la edad, es importante considerar el nivel de madurez. Los adultos deben evaluar el comportamiento de sus hijos y determinar si pueden desenvolverse con responsabilidad y buen juicio, y respetar las reglas.
Cuando cada padre o madre crea que su hijo está preparado para cuidarse, es recomendable comenzar con un período de tiempo muy corto –por ejemplo de una hora– y aumentarlo de manera gradual. Comunicarse por teléfono mientras está solo, pedirle a un vecino de confianza que lo llame o pase a verlo, y, al volver a casa, charlar con el niño sobre cómo se sintió ayuda a facilitar el proceso.
Los padres deben hablar con su hijo y prepararlo para enfrentar los problemas potenciales. El niño debe conocer su nombre completo, su dirección, el número de teléfono de su casa y del trabajo de los padres, y la manera en que debe contactar a otros adultos o llamar al servicio de emergencia. Si regresa solo a su casa, es importante que tenga habilidad para usar la llave de la puerta, para poder entrar y cerrarla después de haber ingresado. También tiene que saber que no puede dejar entrar a personas desconocidas ni hablar con extraños y contarles que no se encuentra acompañado. La casa debe ser un lugar seguro, por ejemplo, que no haya armas de fuego. También es importante considerar la seguridad del vecindario. Los padres deben establecer reglas claras y los niños deben saber lo que no está permitido, como prender las hornallas, usar algunos utensilios de cocina o jugar con fuego.
Se estima que alrededor de un 40% de los chicos se cuidan a sí mismos en algún momento del día y, en forma excepcional, durante la noche. En situaciones más extremas, algunos niños pasan muchas horas solo en casa. Se los conoce como “niños con llave” –en inglés, “latchkey children” –, porque llevan colgando alrededor del cuello la llave de sus casas.
Las consecuencias del autocuidado dependen de muchos factores, tanto del niño como del entorno. Los beneficios de esta situación implican maduración y mayor confianza y autoestima. Los aspectos negativos incluyen sentimientos de abandono, inseguridad y aislamiento.
En relación al aprendizaje, algunos estudios sobre comportamiento y rendimiento académico demostraron que los niños que cuidan de sí mismos tienen más problemas de conducta y de aprendizaje que aquellos que están al cuidado de mayores; por el contrario, otros estudios no encontraron tal efecto. Tampoco existen evidencias que vinculen al autocuidado a problemas de salud o a un mayor ausentismo escolar.
Aunque el niño sea maduro y responsable, no debe quedarse solo con mucha frecuencia ni durante períodos prolongados. Y, sobre todo, no debe quedar a cargo de un hermano menor. Lo ideal es que los padres traten de limitar el tiempo durante el cual los niños están solos en casa considerando todas las opciones posibles, tal como la ayuda de familiares, amigos y los programas que ofrecen las escuelas, clubes o los centros comunitarios.