Una profesora de karate y entrenadora deportiva platense eligió festejar el jueves 26 de enero su cumpleaños llevando a una decena de amigos a donar sangre al Instituto Provincial de Hemoterapia de la capital bonaerense, donde mientras realizaban la acción solidaria, cantaron y la homenajeada recibió regalos.
Se trata de Elsa Pouton, quien ayer cumplió 39 años e invitó a 10 amigos a un original festejo: donar sangre y plaquetas. Mientras lo hacían, conectados a las máquinas, cantaron el feliz cumpleaños y recibieron regalos de los promotores de la donación.
«Me encanta pensar que con mi donación puedo ayudar hasta a 5 personas enfermas, y que para muchos una donación puede significar la diferencia entre la vida y la muerte», dijo la mujer.
«Yo vengo cinco veces por año como mínimo», contó orgullosa y aseguró que los médicos, bioquímicos y promotores del Instituto la atienden «como a una reina».
En tanto, desde el equipo de Hemoterapia afirmaron que ella es «el ejemplo de hacer el bien sin mirar a quién» y publicaron todas sus fotos en la fanpage del Instituto, que se encuentra en Facebook como «Sangre circulando».
La ministra de Salud provincial, Zulma Ortiz, elogió la actitud de Elsa y sus amigos y convocó a imitar su voluntad de ayudar. A su vez expicó que «en una cirugía compleja como un trasplante o ante un traumatismo grave, también en caso de enfermedades oncohematológicas como la leucemia, entre otras situaciones, se necesita sangre, un elemento vital que, pese a los enormes avances que se registran en la medicina moderna, aun no tiene reemplazo artificial».
Para conseguirla es indispensable la voluntad de las personas, voluntad que acompaña a Elsa Pouton desde chica: la primera vez que donó tenía 18 años y su hijo Agustín, que ahora tiene 19, dona desde los 16 con su autorización.
«Lo hago porque me hace bien, porque no quiero ser egoísta y porque a cualquiera le puede hacer falta. Si alguna vez me pasa a mí o a mis seres queridos me gustaría que la sangre no sea un problema, que siempre haya», comentó convencida y bregó para que otras personas «se contagien» de su actitud.
La original celebración comenzó a gestarse a principios del mes pasado, cuando Elsa le propuso a su grupo donar sangre, a modo de gesto solidario de fin de año.
Y así lo hicieron: el 30 de diciembre fueron todos al Instituto de Hemoterapia. Cuando terminaron de donar, se sentaron en el comedor a tomar un desayuno. Con sus ojos pícaros e inquietos, Elsa miró a sus amigos. Los vio sonrientes y reconoció en cada uno la expresión satisfecha de quien ha hecho lo correcto.
Entonces, aprovechó el «envión» y redobló la apuesta: «Ahora quiero pedirles algo más, que para mi cumple, el 26 de enero, volvamos todos juntos. Es el mejor regalo que pueden hacerme».