La esclerosis lateral amiotrófica (ELA), cuyo día mundial se conmemora cada 21 de junio, es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta principalmente a individuos de 40 a 70 años, daña y mata las neuronas motoras y atrofia todos los músculos.
La patología compromete de manera completa al sistema motor voluntario. Se caracteriza por atrofia y disminución de la fuerza de los músculos de los miembros, del tronco, de la deglución, de la fonación y de la respiración. Todo es consecuencia del daño y muerte de las neuronas motoras, o sea, las que sirven para dar movimiento.
Las neuronas, que son las responsables de transmitir los mensajes en el sistema nervioso, eciben estímulos. Las sensitivas son el camino de entrada, las que conectan neuronas entre sí son las asociativas, y las que son “la salida” porque que estimulan un efector como el músculo son las motoras. Estas últimas son las únicas que se comprometen en la esclerosis lateral amiotrófica.
Si las neuronas se dañan, los músculos no reciben más los estímulos de las neuronas motoras, se debilitan y se atrofian. Ocurre con todos los músculos del cuerpo, incluso con los respiratorios. Pero no se compromete la sensibilidad, la visión, el oído, el gusto, el olfato, la inteligencia ni la capacidad de prestar atención. Se conserva la lucidez aún en las etapas más avanzadas de la enfermedad.
Se estima que la ELA afecta a una o dos personas por cada 100 mil habitantes. En la Argentina, es posible que haya entre 600 a 800 pacientes y es más frecuente en hombres que en mujeres.
La causa de la enfermedad estaría en los neurotransmisores, que comunican a las neuronas entre sí. No se trata de una enfermedad infecciosa, el procentaje de casos hereditarios es inferior al 5% y la mayoría de ellos son esporádicos. Si bien no existe una cura, en la actualidad se investigan nuevas líneas de tratamiento para ralentizar su progresión.
*El doctor Alejandro Andersson es médico neurólogo. Director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).