El presidente de EEUU, Donald Trump, ofreció ayer la ayuda de su país para el bebe británico Charly Gard, de diez meses, a quien los médicos del Hospital de Londres quieren desconectar de los aparatos que lo mantiene con vida, apoyados por la Justicia británica y europea, pese a la resistencia de sus padres.
El ofrecimiento de Trump para que el niño siga un tratamiento en EEUU se suma al que ya había realizado el papa Francisco ayer, quien manifestó seguir con emoción el caso y su cercanía con la familia del bebé, al tiempo que el Hospital de El Vaticano pidió al de Londres saber las condiciones en que está el paciente para trasladarlo a ese centro de salud.
Trump escribió en su cuenta de la red social Twitter que «si podemos ayudar al pequeño #CharlieGard, de acuerdo con nuestros amigos en el Reino Unido y con el Papa, estaríamos encantados de hacerlo».
El ofrecimiento es para que el niño siga un tratamiento en EEUU -tal como quieren los padres- a raíz de la rara enfermedad genética que padece llamada Síndrome de Agotamiento Mitocondrial, que le produce convulsiones y daños neurológicos y que de acuerdo a los médicos ingleses es mortal.
Una asesora de Trump y directora de asuntos mediáticos en la Casa Blanca, Helen Aguirre Ferré, precisó que el presidente se interesó por el caso de Charlie Gard al verlo en los medios y decidió «ofrecer ayuda a su familia en esta situación devastadora».
«Aunque el presidente no ha hablado con la familia, (porque) no quiere presionarles en absoluto, algunos miembros de su Gobierno sí han hablado a través de llamadas telefónicas facilitadas por el gobierno británico. El presidente está tratando de facilitar ayuda si es posible», explicó Aguirre Ferré en un comunicado difundido por la agencia Efe.
La asesora sugirió que las conversaciones tienen que ver con una oferta de tratamiento en Estados Unidos, aunque dijo que «por razones legales» no podía «confirmar el nombre del médico o el hospital donde el bebé podría ser tratado» en el país.
El bebé de diez meses padece una rara enfermedad genética, una variedad grave de encefalopatía mitocondrial que le causó daño cerebral y le impide respirar por su cuenta o mover sus extremidades.
Mientras sus padres buscan someterlo a un tratamiento experimental en Estados Unidos. el Great Ormond Street Hospital de Londres, donde está internado el pequeño desde que tenía dos meses, consideró que esa terapia no sería beneficiosa, lo que desató una batalla legal para determinar si los médicos podían retirarle la respiración asistida a pesar de la negativa de sus progenitores.
os tribunales británicos se pusieron del lado del hospital y autorizaron que Gard fuera desconectado, y los padres recurrieron la sentencia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), al considerar que suponía «una injerencia injusta y desproporcionada en sus derechos parentales».
Esa corte decidió el miércoles pasado respaldar la decisión de la Justicia británica, basándose en «evaluaciones de expertos detalladas» que consideraban «muy probable que Charlie estaría expuesto a dolores y sufrimientos continuos» de continuar con vida.
La desconexión estaba prevista en principio para el viernes pasado, pero el hospital londinense decidió mantener un poco más la respiración asistida al bebé para permitir a sus padres, Christopher y Constance Gard, pasar más tiempo con él.
Los padres del bebé recaudaron a través de donaciones más de 1,3 millones de libras (unos 1,7 millones de dólares) para su posible tratamiento en Estados Unidos, y aseguraron hace meses en una página web que «un médico en Estados Unidos había aceptado» al bebé en su hospital para administrarle un medicamento experimental.
Charlie nació sano pero a los dos meses empezó a perder peso, fuerza y su salud comenzó a deteriorarse rápidamente. Lo internaron en ese hospital con un cuadro de neumonía por aspiración.
Allí le diagnosticaron que padecía el SAM, una rara enfermedad genética por la que los músculos, pulmones y otros órganos se vayan quedando sin energía y que sólo sufren otros 16 niños en el mundo.
El mal causa debilidad muscular progresiva y, según los expertos, suele provocar la muerte en el primer año de vida.
Como el personal médico entiende que no hay cura y que el bebé «está sufriendo», pidió a la justicia británica permiso para desconectarlo de la asistencia respiratoria, una autorización que fue concedida y refrendada esta semana por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
«No podemos decidir si nuestro hijo vive o no, ni tampoco cuándo o dónde va a morir. Nosotros, y sobre todo Charlie, hemos sido totalmente ignorados durante todo este proceso», criticó el matrimonio británico.