Tras la información trascendida falta de la vacuna antimeningocócica conjugada incluida en el Calendario Nacional de Vacunación, la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (FUNCEI) emitió un comunicado en el que reconoció faltas de una de las vacunas, sin embargo buscó “dar tranquilidad a la población ya que Argentina no se encuentra en situación de brote y los esquemas de vacunación iniciados pueden ser completados”.
Actualmente los dos esquemas disponibles para la vacunación contra el meningococo son:
•Esquema de 3 dosis (a los 3 y 5 meses de edad y la última como refuerzo a los 15 meses). Esta vacuna se encuentra actualmente con dificultades de abastecimiento.
•Esquema de 2 dosis (entre los 9 y 23 meses de edad con intervalo mínimo de 3 meses entre las 2 dosis). Esta vacuna se encuentra disponible.
Según la última incorporación al Calendario Nacional de Vacunación, los niños y niñas a partir de los 11 años, pueden recibir las vacunas contempladas en cualquiera de los dos esquemas anteriores, con una dosis única. La vacunación a los 11 años tiene como objetivo disminuir la portación orofaríngea de la bacteria en la población vacunada y de esta manera contribuir a la disminución de la incidencia de la enfermedad en los niños pequeños, que es el grupo más vulnerable.
¿Por qué es importante vacunarse contra el meningococo?
Para prevenir las enfermedades meningocócicas. La meningitis meningocócica es una infección bacteriana grave de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Puede causar importantes daños cerebrales y es mortal en el 50% de los casos no tratados. La bacteria se transmite de persona a persona a través de gotitas de secreciones respiratorias o de la garganta. La propagación de la enfermedad se ve facilitada por el contacto estrecho y prolongado a través de besos, estornudos, tos, dormitorios colectivos, vajillas y cubiertos compartidos con una persona infectada.
El periodo de incubación medio es de 4 días, pero puede oscilar entre 2 y 10 días. Incluso cuando se diagnostica tempranamente y se recibe tratamiento adecuado, un 5 a 10% de los pacientes fallece, generalmente en las primeras 24 a 48 horas tras la aparición de los síntomas.
Las consecuencias de la enfermedad pueden ser fatales o pueden dejar secuelas neurológicas irreversibles como pérdida de la audición, discapacidad neurológica, amputaciones, entre otras. Los niños menores de 1 año constituyen el grupo más vulnerable, mientras que los adolescentes pueden ser portadores del germen.