Diabetes y disfunción sexual no tienen por qué ser conceptos asociados. Sin embargo, los hombres que padecen esta enfermedad saben que, si no cumplen el tratamiento, se verán afectados con el transcurso de los años. La buena noticia es que existen formas de prevenirla antes de que se presenten los primeros síntomas, una buena razón para hacerse un chequeo.
La diabetes afecta la sexualidad masculina mucho más que la femenina. Tal es así que si está descompensada, agrava cualquier proceso de aterosclerosis que el paciente pueda tener por colesterol y triglicéridos altos, tanto a nivel del pene como de todo su cuerpo.
El hombre diabético que no se trata puede llegar a tener una disfunción eréctil, tanto sea por la arterosclerosis que es acelerada por la diabetes, como por la neuropatía diabética que se produce ante una enfermedad no controlada y desnivelada.
Los problemas sexuales van a variar y comenzarán lentamente. Al comienzo puede haber una disfunción eréctil muy sutil y leve, dado que tienen que pasar años para que la glucosa alta produzca síntomas, debido a falta de controles y descuidos en la alimentación.
Cuando un diabético es insulinodependiente, ya sea joven o entrado en la tercera edad, puede tener hipoglucemias por un desequilibrio entre la insulina que se aplica, lo que come y la actividad física que realiza. Estos pilares van a gobernar el equilibrio de la glucosa, y la hipoglucemia puede aparecer si el paciente no comió adecuadamente o realizó una excesiva actividad física.
Podemos decir que la hipoglucemia es un cuadro agudo que comienza con irritabilidad, confusión, sudoración fría, y que puede llegar al coma. Pero el paciente sale rápidamente de este estado tras comer un caramelo o un cuadradito de azúcar, que suele tener a su mano.
La sexualidad no está afectada en forma directa por este cuadro, y las hipoglucemias en los pacientes diabéticos tipo II o no insulinodependientes prácticamente no existen. En cambio, lo que incide en la intimidad del diabético son las hiperglucemias (glucosa alta en la sangre), y la diabetes descompensada de larga data, cuando no se cumplen con los cuidados indicados en el tratamiento.
Cabe señalar que el paciente insulinodependiente es mucho más meticuloso en sus cuidados, dado que tiene que inyectarse y controlarse todos los días, y también es más estricto en su dieta. Eso marca una diferencia en los pacientes con la enfermedad tipo I y tipo II.
Solo cuando el problema vascular por la diabetes es muy grave puede comprometer a los espermatozoides y provocar infertilidad. Sin embargo, lo más frecuente es que se dañe mucho antes el aparato vascular peneano, lo que le generará al hombre un problema de erección que, si no se trata a tiempo, impedirá que tenga una eyaculación normal.
Mientras que la dificultad en la erección, llamada disfunción eréctil, se asocia a otros problemas vasculares, dado que está toda la circulación comprometida. Y si un paciente tiene este problema también podrá padecer de pie diabético, retinopatía diabética y nefropatía diabética.
Lo que sucede es que la microcirculación se inflama por la glucosa alta y lesiona todos los órganos. Como la erección peneana depende de la vasodilatación y el llenado de sangre de los cuerpos cavernosos, si la microcirculación está afectada, esta vasodilatación no se puede producir y esto generará una erección cada vez menos rígida y menos duradera.
Con el transcurso del tiempo, un hombre puede llegar a la impotencia sexual debido a una diabetes descompensada. Esto sucede en pacientes no controlados, que descuidan totalmente su enfermedad.
Otro trastorno asociado es la eyaculación retrógrada, producida frecuentemente por la neuropatía diabética, la que se debe a lesiones en los nervios pudendos internos, que llevan señales nerviosas a la vejiga, próstata y vesículas seminales.
Cuando el paciente tiene una eyaculación retrógrada, se transforma en un hombre infértil porque eyacula hacia la vejiga y, por lo tanto, no puede fecundar a una mujer.
Podemos decir que la neuropatía diabética se produce por la falta de nutrición y oxigenación de los nervios de toda el área peneana. En forma paralela también afecta a la inervación de la vejiga y, por lo tanto, muchas veces el paciente con una neuropatía diabética tiene una disfunción eréctil y una vejiga neurogénica.
Así la vejiga se transforma en una bolsa que puede dilatarse y llenarse de orina, pero que no puede contraerse, y esto genera un grave problema llamado globo vesical, que es una urgencia para su descompresión. En general, los pacientes con vejiga neurogénica tienen una impotencia también de origen neurogénico.
Hallar soluciones
Con los cuidados necesarios a lo largo de los años, el paciente diabético no tendrá cuadros que le provoquen inconvenientes sexuales, tales como las neuropatías o vasculopatías, que generan impotencia.
Llegando a tiempo, en el comienzo de una neuropatía o una vasculopatía peneana, se puede hacer medicina preventiva, cuidando los niveles de triglicéridos, colesterol, óxido nítrico y glucosa.
Solo los pacientes que han sido muy desordenados a lo largo de su enfermedad son los que sufrirán las consecuencias a nivel sexual. ¿Qué pueden hacer ellos? La solución a la disfunción eréctil y a las alteraciones eyaculatorias, cuando tienen un problema grave de eyaculación y de impotencia, es aplicar una prótesis peneana.
Si bien las preocupaciones sexuales de los hombres diabéticos son motivo frecuente de consultas, para su tranquilidad recalcamos que un paciente bien controlado en su dieta, en la actividad física, y con glucosa estable, puede disfrutar de una sexualidad plena.
*La doctora María Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787) es Médica Clínica y Endocrinóloga.