El cáncer de próstata es el más frecuente en varones en Argentina y el tercero en mortalidad, luego del cáncer de pulmón y el colorrectal ya que hay alrededor de 11.600 nuevos casos por año, lo que representa más de un diagnóstico cada hora.
Noviembre, a nivel mundial, es considerado el Mes del Cáncer de Próstata, y la Fundación ACIAPO (Atención Comunitaria Integral al Paciente Oncológico) llama a concientizar y contribuir a su detección a tiempo.
«El mensaje es claro: así como a las mujeres a partir de los 50 años se les recomienda realizar mamografías anuales, los varones deben visitar al urólogo a partir de los 50, a los 45 si tiene antecedentes familiares de cáncer de próstata y a partir de los 40 en hombres con mutaciones BCRA», explicó el doctor Diego Barreiro.
Barreiro, quien es el Jefe del Servicio de Urología del Instituto de Investigaciones Médicas «Alfredo Lanari», añadió: «En la consulta, médico y paciente determinarán qué exámenes son los más pertinentes para conocer el estado de la próstata. Así, ante la presencia de enfermedad, se la puede detectar a tiempo y comenzar tempranamente con el tratamiento con fines curativos en caso de ser necesario».
El agrandamiento de la próstata, conocido como hiperplasia prostática benigna, puede producir cambios en la micción: incremento en la frecuencia de las micciones (incluso por la noche), flujo débil e interrumpido, dificultad para orinar y limitaciones para vaciar la vejiga por completo.
Estos síntomas se superponen con los del cáncer de próstata localmente avanzado y con frecuencia, los hombres se acostumbran a vivir con estas manifestaciones, atribuyéndolas al paso del tiempo. Por eso, realizar chequeos periódicos con el urólogo permite tratar estos síntomas y diferenciar si son producidos por hiperplasia prostática o por cáncer de próstata.
Sin embargo, «en sus estadios iniciales, el cáncer de próstata no suele dar síntomas, por lo que la recomendación es anticiparse, consultar y realizarse controles en forma preventiva, para no esperar a que la enfermedad se encuentre en estadios más avanzados a la hora de sospecharla», explicó el doctor Juan Pablo Sade, médico especialista en Uro-Oncología del Instituto «Alexander Fleming» y del Hospital Universitario Austral.
«En ocasiones, el cáncer de próstata es indolente y poco agresivo (pudiendo realizar vigilancia activa u observación) y, en otras, es una es una enfermedad de alto riesgo que puede llevar a la muerte del paciente (que requerirá uno o más tratamientos). Detectar y tratar a tiempo las variantes agresivas mejora la supervivencia de los pacientes», sostuvo Barreiro.
Entre los exámenes para diagnosticar enfermedades de la próstata, se destacan el examen digital de recto (tacto rectal) y el denominado «PSA», un análisis de sangre que mide el antígeno prostático específico.
Según los resultados de ambos test, si el especialista lo considera necesario, puede solicitar una resonancia magnética de la próstata y una eventual biopsia de la próstata para determinar con precisión la existencia de un cáncer.
En 2020, en el contexto de pandemia y cuarentena, las consultas urológicas disminuyeron cerca de un 50%, tal como publicaron semanas atrás la Sociedad Argentina de Urología (SAU) y la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), por lo que es indispensable que se retomen las consultas médicas, los controles y que no se interrumpan los tratamientos de ninguna enfermedad, pero mucho menos las oncológicas.
«Ya hay varios estudios internacionales que pronostican un incremento de la mortalidad por cáncer, atribuible a la demora diagnóstica ocasionada por la pandemia de Covid-19. En este contexto, todos los controles anuales cobran más relevancia que nunca, así como el diálogo médico-paciente para explorar la realización de estudios y, ante la enfermedad instalada, consensuar una adecuada adherencia al tratamiento y el monitoreo de la evolución de la enfermedad», destacó Sade, en declaraciones citadas por la agencia NA.
Existen diversas alternativas de tratamiento, inclusive para los casos más comprometidos, que pueden extender la vida y mejorar la calidad de vida: cirugía, radioterapia, terapia hormonal, terapias dirigidas y quimioterapia.
«Es importante que la comunidad se convenza de que cáncer ya no es sinónimo indefectiblemente de muerte: siempre hay algo por hacer, todos los casos se pueden tratar; muchos controlarse en el largo plazo y cada vez con mejor calidad de vida, respetando que la persona pueda continuar trabajando y realizando actividades cotidianas», concluyó Sade.