La automedicación es un fenómeno muy recurrente en Argentina y cada año se comercializan en nuestro país una mayor cantidad de unidades de medicamentos de venta libre en sus diferentes presentaciones (blisters, frascos, cajas, etc.).
Esto ocurre porque son muchas las personas que acuden a la farmacia sin receta para adquirir medicamentos recomendados por familiares o amigos. También hay gran porcentaje de pacientes que compraron en algún momento remedios recetados por un médico y, frente a la reaparición del mismo síntoma, lo adquieren sin consultar.
“La automedicación es muy riesgosa para la salud ya que puede esconder enfermedades, generar efectos adversos, prolongación o agravamiento de dolores/patologías, fomento de la farmacodependencia, entre otros”, explica el doctor Gerardo Laube, de la Facultad de Medicina de Fundación Barceló.
Diagnóstico on line
Además de resaltar el peligro que implica el uso de fármacos sin un previo diagnóstico del médico, el doctor Laube advierte que son muchas las personas que frente a síntomas o dolores, se informan “googleando” y consumen medicamentos que otros usuarios recomiendan. “Esto es peligroso porque se desconoce la veracidad de las informaciones y, además, porque muchos pacientes entran en pánico ante los comentarios de los distintos foros, con datos/conclusiones negativas que se asocian a enfermedades graves en su mayoría”, agrega el especialista.
¿Qué ocurre con los antibióticos?
Los antibióticos son fármacos que sirven para tratar enfermedades causadas por bacterias. Si se los consume sin indicación médica pueden provocar un efecto adverso y favorecer la aparición de bacterias resistentes a la medicación.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado la resistencia antimicrobiana como una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel mundial, ya que la capacidad que adquieren los microorganismos de resistir al efecto de los medicamentos dificulta la posibilidad de tratar infecciones graves y proporcionar procedimientos médicos estándar.
Este fenómeno puede afectar a cualquier persona, de cualquier edad y en cualquier país, ya que todas las bacterias pueden adquirir resistencia a los antibióticos. Puntualmente, las bacterias Gram negativas son la causa de muchas infecciones y se han convertido en una de las más resistentes a un gran número de los antibióticos disponibles. Estas infecciones se asocian con un aumento tanto en la mortalidad de los pacientes como en el costo de la atención médica.
En la actualidad, aproximadamente 700.000 muertes al año son atribuidas a la resistencia antimicrobiana a nivel mundial, y se prevé que podría aumentar a 10 millones para 2050, si no se toman medidas adecuadas para abordar este problema.
Opciones terapéuticas más limitadas
De acuerdo con una base de datos sobre la eficacia de tratamientos con antibióticos y nuevos patrones de resistencia realizada en más de 60 países, se ha registrado un incremento en la resistencia de algunas bacterias Gram negativas en América Latina, de alrededor de un 14% en 2014 a un 29% en 2019, última fecha de registro antes de la pandemia por Covid-19.
Esto significa que uno de cada tres pacientes con infecciones bacterianas podría tener limitadas opciones de tratamiento. Es decir, se cuenta con menos antibióticos para tratar a las personas debido a que los microbios son muy agresivos y se incrementa su incidencia. Esto es particularmente problemático en los pacientes inmunosuprimidos o con infecciones severas, que al no contar con un antibiótico efectivo, pueden desarrollar una patología grave, que se prolonga en el tiempo y afecta su salud, llevándolo incluso a la muerte.
Uso y consumo adecuado
Para evitar la resistencia antimicrobiana el primer paso es que los médicos indiquen antibióticos únicamente cuando sea necesario y que les expliquen a los pacientes la importancia de cumplir con el tratamiento completo y de no automedicarse.
Por otro lado, para no cometer errores durante el consumo de los antibióticos, el doctor Laube aconseja establecer una rutina, es decir, realizarlo en el desayuno, junto con el almuerzo o la cena, o bien a la noche antes de dormir, para no olvidar ninguna dosis.
Además, es muy importante respetar las horas y los intervalos indicados por el médico, así como completar el tratamiento en su totalidad sin importar que algunos síntomas hayan desaparecido y empiece a mejorar la salud, ya que algunos microbios pueden sobrevivir y hacer al paciente recaer en la enfermedad.
Asimismo, en materia de prevención, es fundamental adoptar algunos hábitos sencillos, como lavarse las manos y tener las vacunas al día, que ayudan a prevenir y mejorar el impacto de las amenazas bacterianas.