La enfermedad que vuelve los huesos más blandos

Cómo fortalecer huesos blandos (Foto: Pixabay)
Cómo fortalecer huesos blandos (Foto: Pixabay)

La osteomalacia es una enfermedad que se caracteriza por una alteración de la mineralización ósea. En esta patología los huesos no presentan una masa ósea reducida; sin embargo, carecen de la cantidad apropiada de calcio para mantenerse duros, lo que da como resultado su reblandecimiento.

Causas más frecuentes

El proceso de mineralización de los huesos requiere una concentración adecuada de calcio y fosfato. Son muchas las causas que pueden llevar a la osteomalacia, siendo las más habituales las alteraciones del metabolismo de la vitamina D y del fosfato.

La vitamina D tiene dos orígenes: exógeno, por aporte en la dieta, y endógeno, por síntesis cutánea a partir de un precursor tras la exposición de la piel a la luz solar. El déficit de esta vitamina produce una disminución de la absorción intestinal de calcio, que si es persistente conduce a una hipocalcemia.

Generalmente, los bajos niveles de vitamina D pueden ocurrir por tres motivos principales:

Falta de vitamina D en la dieta.

Exposición insuficiente al sol (poca exposición a la luz solar, días más cortos y usar protector solar muy alto).

Malabsorción de la vitamina D por parte de los intestinos. Esto puede ocurrir debido a diversas patologías como resección gástrica o intestinal, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, tratamiento con colestiramina, colestasis crónicas.

Por otro lado, las personas de edad avanzada y quienes no toman leche tienen un mayor riesgo de padecer osteomalacia. Otras causas pueden ser:

Cáncer.

Insuficiencia renal y acidosis.

Falta de fosfatos suficientes en la dieta.

Enfermedad hepática.

Efectos secundarios de medicamentos usados para tratar crisis epilépticas.

Síntomas y manifestaciones confusas

La osteomalacia puede generar debilidad muscular (frecuente en la cintura pelviana); dolor óseo diseminado, especialmente en las caderas y columna; y mayor riesgo de fracturas óseas que suceden sin una lesión real. En los estadios más avanzados, pueden observarse deformidades en el tórax (en campana) y esternón (en quilla).

Con respecto a las quebraduras de huesos, más del 90% de los pacientes con osteomalacia por déficit de vitamina D presentan fracturas esqueléticas y alrededor del 80% de estos pacientes tienen criterios densitométricos de osteoporosis, lo que contribuye a la confusión diagnóstica.

Pruebas y exámenes

Las manifestaciones clínicas, radiológicas y analíticas de la osteomalacia son variables y pueden confundirse con otros procesos, especialmente con la osteoporosis. Para llegar a un diagnóstico certero, se deben realizar exámenes de sangre para verificar los niveles de vitamina D, creatinina, calcio, fosfato, electrólitos, fosfatasa alcalina y hormonas paratiroideas.

Asimismo, las radiografías y una prueba de densidad ósea pueden ayudar a detectar seudofracturas, pérdida ósea y reblandecimiento de los huesos. En algunos casos, también se puede realizar una biopsia de los huesos.

Tratamiento

La doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga, explica que el tratamiento a seguir “dependerá de la gravedad de esta enfermedad que siempre es por déficit de vitamina D, aunque de diferentes orígenes”.

Si la deficiencia es dietaria, se indicará al paciente una alimentación rica en vitamina D con alimentos como yemas de huevo crudo, arenque, camarón y salmón.

“Junto con la dieta, se insiste en la exposición regular a la luz solar”, agrega Rodríguez Zía, aunque aclara: “Para el cuidado de la piel a los rayos solares, se debe agregar fuentes de carotenos, que son antioxidantes propios de la naturaleza y se encuentran en alimentos de colores como zanahoria, zapallo, tomate y también en el salmón. Los carotenos detienen la acción del sol sobre el oxígeno, impidiendo el origen de un precursor de radicales libres. Si la exposición es inadecuada, se afecta el oxígeno de la piel y se forma una cantidad excesiva de radicales libres que pueden terminar en inflamación y necrosis de la piel por insolación o en daños menos agudos, pero acumulativos que detonaran un cáncer de piel”.

Si la carencia de vitamina D que produce osteomalacia es por déficit del hígado o del riñón, se deberá administrar suplementos de vitamina D2 o D3, porque estos órganos son esenciales para que se sinteticen las formas activas de esta vitamina.

Finalmente, la doctora Rodríguez Zía advierte que “no hay una dosis general de vitamina D recomendada. Sus niveles se deben medir en sangre y de allí se determinará para cada paciente una dosis, según el funcionamiento de su intestino”. Además, añade que, “junto con la vitamina D, hay que asociar la vitamina K2, que completa la acción de la primera, al tomar el calcio de la sangre y fijarlo naturalmente al hueso. Así, se completa la osificación perdida por esta patología”, concluye la médica clínica.

¿Cómo prevenirla?

La doctora María Alejandra Rodríguez Zía recomienda:

Mejorar los hábitos dietéticos: Mantener una ingesta adecuada de vitamina D a través del consumo de alimentos como pescado, aceite de pescado, cereales, leche, huevos, nueces, bananas, arroz y legumbres.

Aumentar la exposición al sol: La piel también puede sintetizar vitamina D cuando sobre ella incide la luz solar. “Pero, por supuesto –aclara Rodríguez Zía– la exposición al sol debe hacerse de forma razonable y tomando las precauciones pertinentes, porque si se realiza de forma mantenida y no controlada se asocia a un mayor riesgo de padecer otras enfermedades graves, como cáncer de piel. Es aconsejable que los ancianos salgan a pasear y realicen actividades al aire libre siempre y cuando sea posible”.

Controlar enfermedades paralelas: Cuando la osteomalacia aparece de forma secundaria a otros procesos (renal, hepático, intestinal o pancreático), se deben tratar estas patologías que dan origen al déficit de vitamina D o de calcio.

Suplementos alimenticios: Quienes no pueden seguir una dieta adecuada, embarazadas, personas con enfermedades digestivas o del hígado, pacientes que toman tratamiento anticonvulsivante o ancianos que apenas salen a la calle y no pueden exponerse a la luz solar, se deben administrar suplementos de vitamina D de forma profiláctica.

Realizar controles analíticos periódicos, especialmente aquellas personas que tienen más riesgo de padecer osteomalacia o que presentan síntomas compatibles con ella.

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