Cuando se habla de cannabis medicinal nos referimos a tratar las enfermedades y dolencias de los pacientes con productos derivados de la planta de la marihuana. Se trata de una nueva herramienta terapéutica con características propias. De hecho, es tan novedosa que, además de sedimentar el conocimiento recientemente incorporado, hay que agregar nueva información todos los días.
¿Cómo se va a perfilar esta nueva especialidad de la medicina, la endocannabinología? ¿Usar la planta entera, moléculas naturales aisladas, productos sintéticos? ¿Emplear los fitocannabinoides de la planta o copiar los endocannabinoides del cerebro? ¿Se indicarán fórmulas magistrales? Posiblemente sean todas y muchas más, pero hay algo seguro: la endocannabinología llegó para quedarse y se va a colar en todas las especialidades médicas. Son 45 las enfermedades para las que se utiliza en alivio de los síntomas.
Estamos en un momento muy particular del cannabis medicinal:
- Redescubrimiento de la planta y sus propiedades.
- Número creciente de publicaciones científicas (hay más de 20 mil en el PUBMED).
- Crecimiento exponencial de la demanda de los pacientes buscando nuevos tratamientos para aliviar sus dolencias.
- Muchos pacientes que están bien, pero buscan “reemplazar todo lo químico que toman por algo natural”, es una frase muy escuchada en los consultorios.
- Los pacientes, incluso, concurren a la consulta médica ya consumiendo el producto: “muchas veces, como médicos, los acompañamos en el tratamiento más que indicarlo”.
- Vivimos un claro movimiento mundial de facilitación del acceso al cannabis medicinal.
El cannabis medicinal es una es nueva herramienta terapéutica, que tiene muchas propiedades y posibilidades por ser descubiertas. Debe integrarse al resto del arsenal terapéutico. Los profesionales tienen que capacitarse, saber y enseñar que no hay un solo cannabis medicinal, sino muchos y muy diferentes.
Se trata de una gran familia con diferentes fórmulas químicas y formas farmacéuticas: aceites, tinturas, resinas o extractos, cápsulas, cremas o ungüentos, parches, soluciones para usar como sprays en la mucosa bucal, extractos botánicos para vaporizar a 160-200 grados (en vaporizadores), opciones hidrosolubles o sistemas de liberación prolongada para mejorar su biodisponibilidad, entre otros. Este abanico de posibilidades va a seguir creciendo.
¿Por qué no hay un solo cannabis medicinal? Por su complejidad química. Tiene unos 120 cannabinoides, además de otros 630 componentes entre terpenoides y flavonoides. Es decir, 750 productos químicos diferentes.
Esta complejidad química muy difícilmente reproducible le otorga una característica única llamada efecto entourage o séquito: la acción en conjunto es más que la suma de cada de las partes.
Varios expertos consideran que el efecto séquito es el pilar sobre el que se asentará el cannabis medicinal en un futuro: la combinación de los diferentes elementos de la planta es más efectiva que los cannabinoides utilizados de manera aislada.
Los productos característicos de la planta, los cannabinoides más conocidos son el CBD o cannabidiol, popular por su acción antiepiléptica, y el THC o tetrahidrocannabinol, que es el más polémico por su acción psicoactiva, pero muy valioso por sus múltiples efectos.
Según su origen, los cannabinoides se clasifican en 3 grupos:
1) fitocannabinoides o los cannabinoides vegetales de la planta de marihuana (que son de los que siempre se habla).
2) Los endocannabinoides o cannabinoides cerebrales. Están en el organismo y forman el sistema endocannabinoide, un sistema de comunicación entre las células del organismo.
3) Los cannabinoides sintéticos o de laboratorio. Usados para las náuseas y vómitos inducidas por la quimioterapia.
¿Qué otras peculiaridades tienen?
Los transmisores químicos habituales o neurotransmisores: serotonina, dopamina, acetilcolina, noradrenalina, entre otros, se almacenan en las vesículas presinápticas, se liberan a la hendidura sináptica cuando viene el impulso nervioso y viajan hasta unirse con el receptor de la neurona postináptica, en donde desencadenan una reacción química. Ejercen sus efectos directamente y van de una neurona presináptica a la postsináptica.
Los cannabinoides no siguen este patrón, van al revés –en sentido contrario- y no ejercen efectos directos, lo que hacen es regular y modular al resto de los mensajeros químicos.
Los cannabinoides, al no actuar directamente sobre un efector, lo que hacen es modular a los otros mediadores químicos que son los que realmente ejercen los efectos en los órganos de los diferentes sistemas. En cierto sentido tienen un lugar jerárquico superior.
Si hay tantas formulas químicas diferentes y un mecanismo de acción como modulador, la consecuencia lógica es actuar sobre una gran cantidad de enfermedades, síntomas y dolencias.
La lista actual de indicaciones para el cannabis medicinal mencionada en la literatura es muy extensa. Se trata de un universo muy amplio de 45 síntomas y enfermedades que pueden tratarse: epilepsia, espasticidad de la esclerosis múltiple, lesiones cerebrales y medulares, parálisis cerebral, autismo, dolor oncológico y no oncológico (fibromialgia, neuropatía, dolor neuropático, migraña), movimientos anormales extrapiramidales (Parkinson, síndrome de las piernas inquietas, temblor esencial, Tourette), ELA, Alzheimer y demencias, ACV isquémicos, sindrome de fatiga crónica, depresión, insomnio, esquizofrenia, trastorno de ansiedad generalizado, estrés postraumático, asma bronquial, hipertensión arterial, diabetes, obesidad, cáncer de mama, próstata y testicular, osteoporosis, calambres menstruales, enfermedad de Chron e inflamatorias intestinales, sindrome del intestino irritable y glaucoma.
Para la medicina basada en la evidencia, el cannabis medicinal es un gran desafío: complejidad química, múltiples blancos terapéuticos, origen industrial o artesanal y el estar disponible antes su aprobación formal.
¿A qué se debe llegar? A que los pacientes tengan un producto seguro y eficiente. La eficacia y seguridad del medicamento: es una fórmula adecuada y libre de contaminantes. A indicarlo cuando corresponde, a no indicarlo cuando hay contraindicaciones y a estar atentos y saber manejar los posibles efectos adversos. Su empleo necesita de una guía profesional.
La Argentina acaba de darle una “luz verde a la salud” con la nueva reglamentación de la Ley 27.350 de cannabis medicinal. Se están aguardando los detalles de su implementación. Es un gran momento histórico para el cannabis terapéutico.
*El doctor Alejandro Guillermo Andersson, MN. 65.836, es médico neurólogo y endocannabinólogo.