Este 14 de noviembre se conmemora el día mundial de la diabetes, una enfermedad crónica que se produce cuando el cuerpo no puede usar adecuadamente la energía que recibe de los alimentos que consume.
Al comer, los comestibles se procesan en el cuerpo convirtiéndose en una forma de azúcar, que es el combustible principal del cuerpo. Este azúcar se incorpora al sistema circulatorio y aumenta su nivel en la sangre. Cuando el cuerpo lo nota, envía una señal al páncreas cuya función es fabricar insulina, una sustancia química que disminuye el nivel de azúcar en sangre, y enviarla al sistema circulatorio cuando se necesite.
La insulina trabaja permitiéndole al azúcar salir del sistema circulatorio y alojarse en las células, que lo utilizan como combustible. Cuando esto sucede con normalidad, se tiene la energía para llevar una vida completa y activa.
Cuando el azúcar penetra en las células del cuerpo, el nivel en la sangre disminuye. En las personas que tienen diabetes, este sistema no funciona y el azúcar se acumula en el sistema circulatorio en vez de llegar a su destino. El nivel de glucosa en la sangre puede aumentar incluso cuando no se haya comido, si hay muy poca insulina disponible.
Existen dos tipos de diabetes. Por un lado está la tipo I, en la que el cuerpo elabora muy poca o ninguna insulina. Y el azúcar no puede entrar en las células para generar energía. Quienes la presentan tienen que recibir inyecciones de insulina para vivir y aunque esta enfermedad aparece con mayor frecuencia cuando se es joven, también puede ocurrir en los adultos por traumas causados por el estrés o accidentes, entre otras cosas. Sus síntomas típicos son aumento de la sed y de la frecuencia de orinar, un incremento del apetito, pérdida de peso repentina y sensación de mucho cansancio.
En segundo lugar está la diabetes tipo II, en donde el cuerpo sí elabora insulina, pero no puede usarla por no reconocerla como tal. Aparece como consecuencia de un déficit parcial de la producción de insulina endógena pancreática y sobre todo como consecuencia de un mal aprovechamiento de esta insulina por parte del organismo. La enfermedad está condicionada por la herencia y suele aparecer en personas genéticamente susceptibles. Además, se asocia a la obesidad, la vida sedentaria, la alteración de las grasas en sangre y la hipertensión arterial. A diferencia de la diabetes tipo I, su inicio no suele ser tan agudo y puede pasar desapercibida durante años debido a las falta de sintomatología, lo que hace más difícil la detección y el tratamiento precoz. El diagnóstico se realiza generalmente mediante un análisis de sangre casual o en el transcurso de una enfermedad (infección, accidente, intervención quirúrgica).Es propia de las personas adultas y su incidencia, aumenta con la edad, suele aparecer después de los 30 años pero también puede desarrollarse también en personas más jóvenes con problemas de peso.
¿Por qué se debe controlar la diabetes? En primer lugar, porque mantener el nivel de azúcar en sangre cerca de lo normal puede ayudar al paciente a sentirse mejor. Y en segundo lugar, ayuda a la persona a conservarse saludable y a prolongar la vida.
*La licenciada Liliana Grimberg (MAT 978 UBA) es Nutricionista Dietista y Coordinadora del Área de Nutrición CTMR.