¿Qué es la alergia a la proteína de la leche de vaca y cómo afecta la salud de los niños?

Se estima que en el país afecta a más de 150 mil niños menores de 5 años. Su tratamiento se inicia con un correcto diagnóstico y realizando una “dieta de exclusión” que implica que la madre tampoco consuma alimentos que la contengan, porque atraviesa la leche materna.

La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV), que nada tiene que ver con la “intolerancia a la lactosa”, es la alergia alimentaria más frecuentes en la infancia, con una prevalencia que está en aumento. Consiste en una reacción alérgica desproporcionada frente a la ingesta de la leche de vaca, cualquiera de sus derivados o alimentos que contengan la proteína de leche de vaca en su composición. Se estima que en la Argentina más de 150 mil niños menores de 5 años padecen esta condición, ya que se da en una proporción de 1 de cada 12 recién nacidos.

Según su origen, las alergias a la proteína de la leche de vaca se clasifican en tres diferentes subtipos: 1) las mediadas por Inmunoglobulina E (IgE), de inicio rápido luego de la exposición al alimento, 2) las no mediadas por IgE, con respuesta retardada y 3) las mixtas.

En ocasiones, es una patología difícil de diagnosticar, ya que sus síntomas individualmente pueden ser confundidos con otras condiciones. Entre otras, las manifestaciones más frecuentes suelen ser gastrointestinales e inespecíficas como reflujo, cólicos persistentes, diarrea y sangrado en materia fecal.

También puede involucrar la piel, con eczemas de difícil tratamiento, ronchas y/o hinchazón en labios y párpados. Incluso, si no se detecta a tiempo, en algunos casos la enfermedad puede llegar a provocar retraso en el crecimiento y, con menor frecuencia, algunos niños pueden presentar una reacción alérgica severa con riesgo potencial de muerte, denominada anafilaxia. Ante la aparición reiterada de estos síntomas, se recomienda la consulta con el alergólogo.

“Las alergias alimentarias son un grupo de enfermedades alérgicas que se producen a partir de una reacción inmunológica frente a la ingesta de un alimento contra las proteínas de los alimentos; se repiten cada vez que se ingiere el alimento y han cobrado más importancia debido a su drástico aumento en los últimos años, con mayor relevancia en niños, considerándose ‘la segunda oleada’ de la epidemia alérgica, impactando en la calidad de vida del paciente y su familia, lo que la posiciona como un verdadero problema de salud pública”, sostuvo la doctora Karina López, pediatra especialista en Alergia e Inmunología Infantil, Directora del Comité de Alergia Alimentaria y Anafilaxia de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).

“Si bien en las alergias alimentarias existe un grupo de ocho alérgenos responsables de la mayoría de las reacciones, como la leche de vaca, el huevo, la soja, el trigo, los frutos secos, pescado, mariscos y maní, la alergia a las proteínas de la leche de vaca y del huevo son las de mayor relevancia en nuestro país”, afirmó por su parte el doctor Jorge Martínez, Director del Comité Científico de Pediatría de la AAAeIC.

 

“Mayormente la alergia a la proteína de la leche se presenta en el primer año de vida y suele llevar un tiempo hasta su identificación y diagnóstico, tiempo que afecta particularmente al niño y a todo su entorno familiar”, completó.

“La APLV es una condición benigna y transitoria y se resuelve cerca de los 3 años de edad en la mayoría de los niños; un pequeño porcentaje de pacientes no logra la tolerancia. Para su atención, se requiere un trabajo grupal del que participan el propio paciente, su familia, el médico y el equipo de salud, el resto de la comunidad, la escuela y los docentes”, consignó la doctora López.

Dado que la proteína de la leche atraviesa la leche materna y el niño se expone indirectamente al ser amamantado, el tratamiento inicial consiste en la llamada “dieta de exclusión”, en la que la mamá saca de su dieta todo producto lácteo o derivado que contenga la proteína de la leche de vaca (como, por ejemplo, cualquier alimento que se prepare con leche: puré, panes y demás panificados, manteca, flanes y demás postres lácteos, dulce de leche, salchichas, embutidos, tartas y empanadas, entre muchos otros). Por otra parte, si el niño ya está recibiendo otros alimentos, ninguno de estos debe contener componentes de la leche de vaca.

Para aquellos casos en los que no es viable mantener la lactancia, y el cuadro patológico esté justificado, es posible reemplazarla por ‘fórmulas infantiles especiales’ indicadas por el pediatra o el especialista médico Alergólogo o Gastroenterólogo bajo receta médica.

“Las fórmulas infantiles para el tratamiento del niño con APLV permiten que reciba los nutrientes necesarios para un desarrollo saludable. No obstante, su prescripción debe estar a cargo del pediatra, alergista o gastroenterólogo, los que en un trabajo interdisciplinario son quienes mejor conocen cómo manejar los cuadros de APLV y cómo ir incorporando paulatinamente alimentos en la dieta del niño”, destacó el doctor Martínez.

Entre otras, recientemente se han introducido en nuestro mercado fórmulas infantiles que a sus componentes les suman prebióticos y probióticos, que son bacterias benéficas y el alimento para el desarrollo de esas bacterias; los prebióticos también son el alimento de otras bacterias benéficas que están naturalmente presentes en el intestino del bebé. Su combinación en una fórmula infantil genera una acción sinérgica denominada ‘efecto simbiótico’ que contribuye a que el niño desarrolle una microbiota (flora intestinal) saludable. Este tipo de fórmulas infantiles están presentes con distintas formulaciones para diferentes rangos de edades, que van desde el nacimiento hasta los 3 años de edad, período en el que la mayoría de los casos de APLV revierten de manera espontánea.

“Entre las acciones para prevenir las alergias alimentarias, en general se recomienda fomentar a la madre una dieta variada y saludable sin restricción de alimentos alergénicos durante el embarazo o la lactancia, evitar el humo del tabaco durante el embarazo, favorecer el parto vaginal, promover la lactancia materna exclusiva los primeros 4 a 6 meses, y sostenerla aún si hay necesidad de fórmulas especiales o al introducir los alimentos complementarios independientes del riesgo de alergia. Sin embargo, en las situaciones especiales como las descritas para APLV, serán el equipo integrado por el pediatra, alergólogo y gastroenterólogo quien guiará a la madre y al paciente en este camino”, concluyó la doctora López.

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