Una investigación del Ministerio de Salud de la Nación determinó los principales factores que impiden una atención adecuada para la prevención de enfermedades cardiovasculares. Según el estudio que fue publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública, la principal barrera identificada fue el desconocimiento de las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la prevención de esas patologías entre el personal médico de atención primaria y una comunicación deficiente entre los integrantes de cada equipo.
“Estas guías de la OMS sirven para evaluar el riesgo cardiovascular de acuerdo a la presencia de factores de riesgo, como presión arterial, tabaquismo, colesterol y diabetes, para determinar los tratamientos adecuados”, explicó el Dr. Jonatan Konfino, de la Dirección de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del ministerio.
Por otra parte, según surge del relevamiento, “es preciso promover un mayor trabajo en equipo entre médicos, enfermería, agentes sanitarios y administrativos para poder brindar un cuidado de mediano plazo a pacientes con condiciones crónicas”, señaló el Dr. Daniel Ferrante, coordinador del Programa Nacional de Prevención y Control de Enfermedades Cardiovasculares de la cartera sanitaria.
El estudio reveló que entre los principales obstáculos se encuentra el desconocimiento de las directrices y falta de información sobre prevención de enfermedades cardiovasculares, los problemas de comunicación dentro de los equipos de salud, la falta de motivación y las dificultades organizativas. Para llegar a esas conclusiones, los autores entrevistaron a los decisores médicos, los profesionales de la salud y el personal de cinco centros de atención primaria de salud, con objeto de determinar cuáles eran las principales barreras y diseñar una intervención adaptada para aplicar las directrices. Luego, este grupo participó en una capacitación organizada por el ministerio para mejorar la atención de los pacientes. Para evaluar su repercusión sobre el tamizaje de los factores de riesgo, se llevó a cabo un análisis de la situación previa y posterior mediante un examen de los registros de muestras independientes de pacientes de 40 años o mayores que acudían a cada centro.
Resultados
Al comparar los datos previos a la intervención con los posteriores, se observó un incremento importante del cribado de los principales factores de riesgo. La presión arterial pasó a ser evaluada en el 72% de los pacientes frente al 44% antes de la intervención del equipo de trabajo del ministerio. Lo mismo sucedió con la determinación del colesterol que se incrementó de 20,7 a 49,7% y el tabaquismo pasó de 20 a 56 %. Entre las principales mejoras registradas, la realización de estudios de diabetes dio un salto de 25 a 93% y el registro de la presencia de un episodio vascular anterior, de 33,2 a 74,3%.
Según señalaron los autores, al inicio del estudio no se llevaba a cabo la estratificación del riesgo global, en comparación con el 45,1% de estratificación realizada posteriormente a la intervención.
Aunque no se evaluaron los resultados clínicos, esta investigación reveló que la ejecución es factible, y que la mayor estratificación del riesgo constituye una escala inicial en la mejora de la atención médica. “Evaluar las razones por las cuales los pacientes no están recibiendo la asistencia de acuerdo a las recomendaciones es el primer paso para diseñar estrategias que modifiquen esas circunstancias”, subrayó Ferrante.
Fuentes: Rev. Panam. Salud Publica vol.33 n.4 Washington Apr. 2013 / Agencia CyTA-Instituto Leloir