Bebedoras ocasionales sobreviven más a los infartos

Un estudio en EEUU indicó que las mujeres que tomaban pocas bebidas al mes durante el año previo a sufrir un ataque cardíaco sobrevivían más que las abstemias. Evaluaron a más de mil pacientes hospitalizadas.

Las mujeres que tomaban desde unas pocas bebidas alcohólicas al mes hasta más de tres copas a la semana durante el año previo a sufrir un ataque al corazón acabaron viviendo más que aquellas que nunca bebían alcohol, indica un estudio estadounidense.

Los resultados, que se centraron en más de 1.000 mujeres y fueron publicados en American Journal of Cardiology, se suman a la creciente evidencia de que el alcohol, independientemente del tipo de bebida, puede ser bueno para el corazón.

«Una cosa interesante fue que no vimos diferencias entre distintos tipos de bebidas», dijo Joshua Rosenbloom, estudiante de la Facultad de Medicina de Harvard que dirigió el estudio. «Esta última evidencia sugiere que es el alcohol en sí mismo el que es beneficioso», añadió.

Había un riesgo igualmente reducido de morir en el período de seguimiento si las mujeres bebían vino, cerveza o bebidas alcohólicas de alta graduación, según concluyeron Rosenbloom y sus colegas.

«Una bebida al día es un objetivo realmente bueno, asumiendo que una persona pueda ser disciplinada al respecto», dijo James O’Keefe, cardiólogo del Sistema de Salud de St. Luke en Kansas City, Missouri, quien no participó en el estudio.

Los investigadores examinaron a más de 1.200 mujeres hospitalizadas por un ataque cardíaco. Les preguntaron cuántas bebidas alcohólicas consumían habitualmente, junto con otras preguntas sobre salud y estilo de vida.

Después de al menos 10 años de seguimiento, el equipo descubrió que 44 de cada 100 mujeres que eran abstemias habían muerto, comparado con 25 de cada 100 bebedoras ocasionales y 18 de cada 100 consumidoras habituales de alcohol.

Esto se tradujo en una probabilidad aproximadamente un 35% menor de morir durante el período de seguimiento para las mujeres que bebían con respecto a las que no lo hacían.

En un estudio anterior que incluyó a hombres y mujeres, O’Keefe descubrió que la gente que seguía bebiendo moderadamente después de sufrir un ataque al corazón tenía mejor salud que la que era abstemia.

«No es necesario asumir que la gente necesita dejar de beber una vez que desarrolla una enfermedad cardíaca», declaró.

«El problema es que el alcohol es un terreno resbaladizo, y aunque sabemos que un poco es bueno para nosotros, mucho es realmente malo», agregó O’Keefe.

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