Cae un mito popular: la mateína no existe

Fue la conclusión de un equipo de ingenieros químicos de la Universidad del Centro, luego de analizar diez marcas que circulan en el mercado. Según el estudio, el compuesto energizante que contiene la yerba mate es cafeína.

A pesar de lo que se afirma popularmente, la mateína no existe, sino que el estimulante natural que contiene la Ilex paraguariensis o yerba mate es, ni más ni menos, cafeína. A esa conclusión llegaron investigadores de la Universidad Nacional del Centro (Unicen). Los resultados del estudio fueron presentados en forma de poster en el Congreso de Química Analítica, organizado en septiembre por la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

“Popularmente se habla de que la yerba contiene mateína como sustancia energizante. Sin embargo, teniendo la oportunidad de usar equipos que permiten identificar sustancias prácticamente con total seguridad, nos decidimos a investigar si lo que había en marcas comerciales se trataba de cafeína o algo distinto. Concluimos en que la mateína no existe”, comentó el Licenciado en química Oscar Díaz, director del Departamento de Ingeniería Química de la Unicen. El investigador sostuvo que llegaron a esa afirmación luego de estudiar diez de las marcas de yerba mate más reconocidas que se venden al público.

Para el estudio se realizaron extracciones de aproximadamente 5 gramos de cada una de las muestras comerciales de yerba mate seleccionadas (dos de ellas rotuladas en sus etiquetas destacando un contenido energético mayor que las demás) y se las sumergió en agua destilada a la temperatura que habitualmente se emplea para la infusión, es decir, 80°C. “Luego inyectamos en un cromatógrafo la sustancia y empleamos un detector para analizar las distintas fracciones. Finalmente confirmamos que había cafeína en un 99,9 % de certeza”, aseguró Díaz.

Según el licenciado en química, además del cromatógrafo utilizaron un software especial, que contiene catalogadas las composiciones de miles de sustancias, para comparar las extracciones. Según Diaz, “existen trabajos anteriores de otros equipos de investigadores que han analizado la presencia de este componente en la yerba mate, pero es la primera vez que se confirma este hecho a través del uso combinado de un cromatrógrafo de gases y un espectrómetro de masas”.

“Con ese sistema, prácticamente no hay manera de equivocarse y se pueden evaluar las fracciones”, repuso. El trabajo permitió determinar que la concentración de cafeína en las marcas comunes de yerba oscila entre 0,3% y 5% en peso, es decir entre 0,3 y 5 gramos cada 100 gramos de la infusión, pudiendo llegar al 1% en aquellas que se consideran “más energizantes”.

Información y etiquetas

Por otra parte, destacó que en pocos de los paquetes de yerba se menciona que contienen cafeína. “En ningún envase se menciona la mateína, sino que se trata de una expresión popular. Es como decir que el té contiene teína, cuando éste lo que tiene es también cafeína”, continuó.

“Además, encontramos que las yerbas que se consideraban más estimulantes, porque lo dicen en sus etiquetas, tienen mayor contenido de cafeína, que es un compuesto natural de las comunes.”, afirmó Díaz.

Por último, apuntó que continuarán estudiando otras marcas que conllevan procesamientos más artesanales, ya que es probable que los compuestos varíen.

Un placer americano

La yerba mate es una especie arbórea neotropical originaria de las cuencas de los ríos Paraná y Paraguay. Es ampliamente cultivada comercialmente en Argentina, Brasil, Bolivia y Paraguay desde el siglo XIX, dando lugar a una importante industria. Nuestro país es el mayor productor de yerba mate del mundo (con un 66% del total), seguida por Brasil (28%) y Paraguay (6%).

Misma tecnología, otros usos

Con el método empleado para analizar las distintas marcas de yerba, en el Departamento de Ingeniería Química de la Unicen, se realizan “varios trabajos para determinar la presencia de sustancias tales como aceites naturales en las semillas o la existencia de metales pesados en el agua” explicó el licenciado Diaz.

En el ámbito de la medicina, estas tecnologías también se emplean para estudios toxicológicos como el control antidoping  que se realiza a los deportistas o la determinación de biomarcadores que ayudan a detectar los estados iniciales de un proceso patológico.

Fuente: Fernando López – Comunicación científica UNL

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