Las regiones lumbar y cervical de la columna vertebral son sitios donde muy frecuentemente experimentamos dolores. Esto se debe a que estas regiones no están fijadas por estructuras óseas como las costillas o la pelvis, y por ende tienen movilidad.
La lumbalgia o dolor de cintura afecta a casi todos los individuos en algún momento de sus vidas, aunque la forma en que se presenta difiere de una persona a la otra. Puede variar de leve a severo, y ser de corta o larga duración. Aparece de forma repentina o progresiva y, a su vez, puede ser intermitente o constante. Se trata de un dolor que se extiende desde la zona por debajo de las costillas hasta los glúteos, y puede incluso llegar a los pies. Según su duración, se clasifica en agudo o crónico, de acuerdo a si persiste por un período menor o mayor a tres meses, respectivamente. En la mayoría de los casos, desaparece en unas pocas semanas.
Existen muchas causas de lumbalgia. Algunas veces ocurre después de realizar un movimiento específico, como levantar objetos pesados, o al inclinarse. El dolor muscular por la actividad excesiva es también una causa muy común de este problema. Todos estamos familiarizados con esta «rigidez» y molestia en la cintura y otras áreas del cuerpo. Por lo general se trata de contracturas musculares, que aunque suelen desaparecer a los pocos días, resultan incapacitantes y afectan el rendimiento laboral.
Algunas personas desarrollan lumbalgias que persisten en el tiempo. Si el dolor de cintura no mejora en unas pocas semanas, puede tratarse de un problema de columna más grave. Cuando está acompañado por trastornos en el control de los esfínteres, fiebre, escalofríos, pérdida de sensibilidad o debilidad en las piernas, o problemas para caminar, se debe pensar en una afectación que compromete el cono medular y comprime las raíces nerviosas. Cuando estos signos de alarma están acompañados de fiebre y escalofríos, ameritan una consulta médica urgente, ya que puede existir una lesión en el disco entre las vértebras o una acumulación de pus (causada por una infección) entre la médula y la columna.
La hernia de disco compromete habitualmente el nervio ciático y se presenta con dolor a nivel del glúteo, la rodilla o el tobillo. Esta localización característica se debe al trayecto del nervio al pasar por orificios entre tendones, que constituyen puntos sensibles. De acuerdo al tipo de lesión y a la duración e intensidad del dolor, las hernias de disco se pueden tratar con kinesiología, para fortalecer los músculos vertebrales, o con un bloqueo que consiste en la inyección de drogas anestésicas y anti-inflamatorias en la región epidural. Si el dolor no se resuelve con este abordaje, puede ser necesario un tratamiento por cirugía. En casos de dolor lumbar con fiebre, es importante detectar si se produjo una acumulación de pus, llamada también absceso epidural, situación que requiere un pronto tratamiento apropiado y un drenaje de la lesión.
Por su parte, los dolores de cuello o cervicalgias suelen ocurrir como consecuencia de contracturas musculares o hernias de disco. Se manifiestan con dolor de cabeza tensional o como dolor de hombro o de brazo con debilidad muscular. Otras veces se presenta como una molestia en la mano acompañada de una dificultad para cerrarla, similar al síndrome del túnel carpiano. Si es así, se debe hacer un diagnóstico adecuado para diferenciar estas afecciones, ya que la última puede mejorar con una cirugía. Al igual que en el dolor lumbar, cuando el dolor de cuello se acompaña de fiebre es importante hacer el diagnóstico en forma precoz, porque puede tratarse de un problema grave, como una infección de vértebra o una meningitis.
Tratamientos
Las formas agudas del dolor de cintura o cervical se resuelven por lo general con analgésicos comunes, como el ibuprofeno, paracetamol o diclofenac. Asimismo, se debe aplicar calor en forma local y realizar reposo durante los primeros días. Luego, a medida que el dolor calma, es recomendable comenzar a moverse, caminar y retomar en forma paulatina las actividades habituales, evitando hacer esfuerzos, como levantar objetos pesados.
La elección del tipo de analgésico a utilizar depende de los antecedentes de la persona. Cuando tiene problemas renales o hepáticos, no está indicado el ibuprofeno y se prefiere usar el paracetamol. Si el dolor no mejora con estas medidas, se utilizan analgésicos más potentes, como los derivados opiáceos. Otras drogas, como los relajantes musculares, los corticoides o las vitaminas, no resultan efectivas para estos problemas. Tampoco ofrece alivio el uso de un corsé. Y si a pesar del tratamiento analgésico el dolor persiste más de 12 semanas o se acompaña de los signos de alarma antes mencionados, se debe realizar una evaluación más exhaustiva a través de estudios por imágenes, como tomografía computada o resonancia magnética, para descartar un problema que requiera de cirugía para su resolución.
Prevención
Aunque no se puede prevenir el desgaste natural de la columna con que ocasiona el paso de los años, podemos tomar acciones para disminuir el impacto de los problemas lumbares. Tener un estilo de vida saludable es un buen comienzo.
Una medida efectiva es combinar ejercicios aeróbicos, como caminar o nadar, con ejercicios específicos para mantener los músculos de la espalda y abdomen fuertes y flexibles. Asimismo, es necesario asegurarse de hacer fuerza con las piernas, no con la espalda, al levantar objetos pesados, y de no inclinarse hacia adelante. Se debe mantener la espalda derecha y doblar las rodillas.
Por otra parte, se recomienda mantener un peso corporal saludable. Y tener en cuenta que el sobrepeso afecta más a la parte lumbar de la espalda. El humo del cigarrillo también perjudica a la columna y hace que envejezca más rápido de lo normal.
Finalmente, una buena postura es importante para evitar problemas futuros. Consulte un fisioterapeuta para aprender cómo pararse, sentarse y levantar objetos en forma segura.