Debate sobre el peligro de patentar la vida sintética

John Sulston, Premio Nobel de Medicina 2002, opina que registrarla otorgaría el monopolio a Craig Venter. Propone que nadie se adueñe de la ciencia.

El británico John Sulston, Premio Nobel de Medicina 2002, advirtió del peligro de patentar la vida sintética porque, a su juicio, otorgaría el monopolio de la ingeniería genética a Craig Venter, el creador de la primera célula artificial.

 
Durante un debate mantenido en la Royal Society de Londres, en el que se cuestionó la conveniencia de patentar los descubrimientos científicos, Sulston sostuvo que las patentes impedirían a los expertos llevar a cabo importantes investigaciones a partir del hallazgo de Venter.

La sesión versó en torno al informe «Who owns Science?» (¿Quién posee la ciencia?), elaborado por el Institute Of Science, Ethics And Innovation de la Universidad de Manchester, que preside el científico del Reino Unido.

 

Sulston y Venter ya protagonizaron un conflicto similar cuando en 2000 ambos compitieron por conseguir secuenciar el genoma humano. Mientras Venter lideraba los esfuerzos del sector privado y defendía los derechos intelectuales del descubrimiento, Sulston, quien realizaba sus investigaciones con fondos gubernamentales y procedentes de donaciones, pretendía que la secuenciación del genoma fuera accesible a toda la comunidad científica de forma gratuita.

El enfrentamiento terminó hace diez años con la conclusión de que, «al tratarse del genoma humano, los datos debían ser de dominio público», explicó Sulston.

Ambos científicos vuelven a enfrentarse ahora sobre la conveniencia de que la primera forma de vida creada en el laboratorio, la célula apodada «Synthia», sea patentada por sus creadores. Según Sulston, esta acción resultaría «extremadamente dañina», ya que el texto presentado para la protección intelectual de este descubrimiento «exige un precio desorbitado por el uso de los datos».

«Espero que estas patentes no sean aceptadas porque, de lo contrario, pondrían la ingeniería genética bajo el control del Instituto J. Craig Venter (JCVI). Ellos tendrían el monopolio de un amplio número de técnicas», explicó. Ante ese argumento, un portavoz del JCVI, con sede en Maryland (EEUU), replicó que «hay muchas compañías y laboratorios académicos trabajando en distintos aspectos de la genómica o de la biología sintética».

 
Sin embargo Sulston, afirma que el registro estaría impidiendo el desarrollo de investigaciones a partir de los nuevos descubrimientos que podrían redundar en beneficio de la salud de los más pobres.

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