Joaquín Bustos Fierro, el niño al que se le practicó un trasplante de médula en EEUU por la grave enfermedad cerebral que padece, recibió el alta hospitalaria pero sigue con un estricto tratamiento ambulatorio, confirmó su tía Andrea Bustos Fierro.
La mujer dijo que el alta es «relativa y provisoria» y agregó que continuará un estricto seguimiento por el que deberá concurrir diariamente al centro médico universitario de Minnesota donde se practicó el trasplante el 27 de junio.
Joaquín, de 10 años, al igual que sus dos hermanos varones, Agustín, de 14, y Matías, de 4, padece adrenoleucodistrofia, una enfermedad neurodegenerativa que puede dejar al paciente en vida vegetativa.
Andrea explicó que Joaquín evoluciona favorablemente «porque las células blancas van subiendo en número», lo que le permite salir del hospital, para que de este modo, «vaya retomando su vida normal».
El tratamiento ambulatorio consiste en la ingesta de unos 30 comprimidos por vía oral y gotas por vía intravenosa, a través de un catéter fijo que llevará por mucho tiempo y mientras tanto, «también se instruye a los papás para que lo asistan en el tratamiento», dijo la mujer.
Aunque Joaquín evoluciona según lo previsto, para evaluar el resultado final de la intervención hay que esperar a que se confirme que las células que están volviendo a crecer son de la médula ósea de su hermana Sofía, quien no padece la enfermedad y fue la donante.
En el caso de Agustín Bustos Fierro, la tía ratificó que se le colocará un catéter para inyectar medicación y el sábado próximo será internado para, después de unos días de quimioterapia si no hay inconvenientes, proceder al trasplante el 2 de agosto como estaba previsto.
En este caso, la células para injertar al adolescente serán aportadas por dos donantes vivos de Estados Unidos, quienes se presentarán el mismo 2 de agosto para la donación.