En los EE.UU. se producen aproximadamente 2,3 millones de muertes por año. La mayoría está asociada a causas cardiovasculares (33%), cáncer (25%) y problemas cerebrovasculares (7%). En adultos jóvenes, el sida es la causa más importante. En nuestro país, estos índices son similares.
Desde mitad del siglo XX, gracias a los avances tecnológicos, los fallecimientos ocurren con más frecuencia en los hospitales y centros médicos que en la propia casa.
En general, la muerte es un hecho traumático para el paciente y su familia. Muchos enfermos se sienten abandonados por sus doctores cuando la curación no es posible. Y el problema es serio: el médico no está preparado para acompañar a morir. El tema no se incluye en los planes de estudio de las carreras médicas, ni tampoco en las residencias u otros tipos de formación de posgrado.
Frente a esta situación, se ha desarrollado en algunos países del mundo, y también existen grupos en nuestro medio, la medicina paliativa. Esta nueva especialidad se ocupa de los enfermos que ya no responden a los tratamientos curativos. Su objetivo es controlar los síntomas que aquejan a los pacientes, como el dolor, la fatiga, los trastornos digestivos, en lugar de combatir la enfermedad. Por otra parte, el médico procura orientar al enfermo para que viva esta etapa tan activo como sea posible y, al mismo tiempo, conforta a su familia durante y después de la muerte.
Estas tareas requieren la acción de un equipo de salud integrado por clínicos y especialistas en dolor, nutrición y psiquiatría. También se incorporan religiosos dado que, cualquiera sea la creencia, la ayuda espiritual brinda un consuelo valioso para el paciente y la familia.
Todo este trabajo permite que la muerte “se viva” en forma natural, si es posible en la casa y con la tranquilidad que significa para el paciente estar acompañado por sus médicos y seres queridos.
En síntesis, el cuidado del paciente terminal es todo un desafío médico. Debemos jerarquizar y restaurar esta actividad como una de las más importantes de la medicina moderna, como ocurre ya en algunos países, hasta conseguir que la medicina paliativa sea una opción para los enfermos terminales. Finalmente, nosotros, los médicos, que fuimos entrenados para curar, debemos entender que para algunas enfermedades, la muerte es su curación.