El futuro de la leucemia linfática crónica, sin quimioterapia

La leucemia linfática crónica camina hacia un futuro sin quimioterapia gracias a los avances en un nuevo tratamiento biológico mucho menos agresivo y de gran tolerancia que cronifica esta enfermedad, lo que podría garantizar una mejor calidad de vida a los pacientes.

Los resultados actualizados del estudio Resonate II fueron presentados en la 58ª reunión de la Sociedad Americana de Hematología (ASH, por sus siglas en inglés), que reunirá hasta el martes a 27.000 especialistas en esta materia en la ciudad estadounidense de San Diego, California.

La leucemia linfática crónica ataca a la médula ósea y los órganos del sistema linfático con una incidencia de 3,7 por cada 100.000 personas, lo que hace que casi la mitad de los enfermos no pueda aspirar al tratamiento estándar con quimioterapia por su agresividad y toxicidad.

Así lo detalló en un encuentro con periodistas el doctor Francesc Bosch, jefe de servicio de Hematología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, España, quien explicó que una tercera parte de los afectados no requiere de tratamiento por presentar una evolución indolente, «muy tranquila».

En otro tercio de los diagnosticados, la enfermedad también tiene una evolución sin dolor pero progresa y necesita tratamiento, mientras que el resto ya sufre esta patología en grado agresivo.

Para estos dos últimos grupos, ibrutinib, un inhibidor de la Tirosina Quinasa de Bruton (BTK, por sus siglas en inglés), necesaria para la maduración de las células implicadas en algunos cánceres hematológicos, se presenta ya como una alternativa a la quimioterapia.

El fármaco, recientemente ampliado a pacientes que no han sido previamente tratados, permite controlar la enfermedad con un perfil de seguridad mucho mayor, «se puede dar a todo el mundo», independientemente de su edad, y con una tasa de eficacia «muy alta».

Sus inconvenientes son el precio (en Estados Unidos es de 6.000 dólares al mes) y «algunas toxicidades peculiares», comenta el especialista, aunque el porcentaje de pacientes intolerantes es muy bajo.

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