El problema de Fernando no es el Garrahan sino un Estado que lo desprotegió

Columna de opinión perteneciente al pediatra de Fernando Almeida, el adolescente al que le rechazaron un trasplante de corazón. 

Dr. Roberto Manuel Jabornisky. (Foto: Gentileza Radio Sudamericana)

En el día de hoy la sociedad se ha visto impactada por la noticia de que Fernando, un niño de 13 años, no puede acceder a un trasplante de corazón. La situación de vulnerabilidad de su entorno familiar habría sido determinante en la  cuestión.

Respecto de esta situación mucho se ha hablado del rol del Hospital Garrahan, y me parece pertinente desligar a esa institución, así como a sus equipos de profesionales, de lo sucedido. El Hospital Garrahan es un orgullo para la Argentina y trabaja mucho más allá de sus posibilidades para atender a niños de diferentes estratos sociales. Sus esfuerzos para solucionar los problemas de inequidad del sistema de salud ya llevan 30 años y debemos preservarlo de esta cuestión.

El eje va por otro lado, la de responsabilidad del sistema para dar una adecuada cobertura a niños en situaciones vulnerables y sobre todo el flagelo que la pobreza representa.

Acorde a un documento de la Academia Americana de Pediatría:

 “La pobreza es un importante determinante social de la salud y contribuye a las disparidades en la salud infantil. Los niños que experimentan la pobreza, particularmente durante los primeros años de vida o durante un período prolongado, corren el riesgo de sufrir una serie de efectos adversos en la salud y el desarrollo a lo largo de su vida.

La pobreza tiene un profundo efecto en circunstancias específicas como el peso al nacer, desarrollo del lenguaje, enfermedades crónicas, exposición ambiental, nutrición y lesiones.

La pobreza infantil también influye en la función genómica y el desarrollo del cerebro por la exposición al estrés tóxico, una condición caracterizada por la «activación excesiva o prolongada de los sistemas de respuesta fisiológica al estrés en ausencia de la protección amortiguadora proporcionada por relaciones estables y receptivas».

La pobreza están en mayor riesgo de dificultades con la autorregulación y la función ejecutiva, como la falta de atención, la impulsividad, el desafío y las relaciones entre pares pobres.

La pobreza puede dificultar la crianza de los hijos, especialmente en el contexto de la alimentación, alojamiento.”

Tal como sucede en EEUU, la “igualdad de oportunidades” debiera ser un valor indiscutible en nuestra sociedad para que cada niño que nazca en este país pueda alcanzar el máximo de su potencial.

El 25 de setiembre del 2015 los líderes mundiales firmaron en las Naciones Unidas las “Metas para el Desarrollo Sostenible”. El primer objetivo al que se comprometieron los firmantes fue a poner fin a la pobreza para el año 2030.

   “La pobreza va más allá de la falta de ingresos y recursos para garantizar unos medios de vida sostenibles. Entre sus manifestaciones se incluyen el hambre y la malnutrición, el acceso limitado a la educación y a otros servicios básicos como la atención de la enfermedad, la discriminación y la exclusión sociales y la falta de participación en la adopción de decisiones. El crecimiento económico debe ser inclusivo con el fin de crear empleos sostenibles y promover la igualdad”.

El problema de Fernando no es el Hospital Garrahan, el problema de Fernando es la incapacidad social y familiar para llevar adelante un tratamiento prolongado y sobre todo un Estado que los desprotegió.

Bienvenido el debate si esto permite visualizar los problemas de muchos “Fernandos” y poder solucionarlos

* El doctor Roberto Manuel Jabornisky (Matrícula de Provincia de Corrientes 21929 es Profesor Titular de Pediatria en Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste. Es medico de Terapia Intensiva del Hospital Pediátrico Juan Pablo II , Corrientes y pediatra de Fernando Almeida.

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