A pesar de que la enfermedad cardiovascular sigue siendo la causa más frecuente de fallecimientos en los países desarrollados, la mortalidad asociada a problemas cardíacos ha disminuido cerca de un 25% en la última década. Parte de esta mengua se debe a los cambios favorables que se alcanzaron en ese tiempo en relación a los factores de riesgo.
Dicha declinación es consecuencia, en gran medida, de un diagnóstico más temprano y un tratamiento más agresivo. Por otro lado, también influyen positivamente las modificaciones de conductas peligrosas, como dejar de fumar, el control de la hipertensión y de la hipercolesterolemia.
La forma más común de la enfermedad cardiovascular es la aterosclerosis, es decir, el endurecimiento de las arterias por la acumulación de depósitos de grasa en su interior. Si esto compromete las arterias coronarias que irrigan al corazón, pueden aparecer síntomas de problemas cardíacos como el dolor de pecho (angina) y la falta de aire. En algunas personas no hay signos previos de aviso y el primer síntoma es el infarto. Por ello es importante identificar y corregir los factores de riesgo. Algunos de estos, como la edad, el sexo y los antecedentes familiares, no se pueden modificar. Por ejemplo, los hombres menores de 45 años tienen un riesgo diez veces mayor a las mujeres de la misma edad de desarrollar enfermedad coronaria; sin embargo la diferencia disminuye en adultos mayores.
Pero también existen factores que se pueden modificar o eliminar para disminuir la probabilidad de un infarto. La presencia de más de uno de ellos aumenta el peligro.
A continuación, se presenta un detalle de las conductas susceptibles de cambio para reducir el riesgo:
El rol de la dieta
Los estudios han demostrado que las poblaciones con hábitos nutricionales ricos en colesterol y otras grasas de origen animal o productos lácteos, tienen mayor incidencia de infartos que los que consumen menor cantidad de grasas saturadas. Los estudios también han comprobado que los niveles de colesterol en sangre se pueden reducir al modificar la dieta: por ejemplo, las personas que consumen verduras, frutas, cereales, pescado y grasas poliinsaturadas (aceites vegetales) tienen menor riesgo de problemas cardiovasculares.
Control de la hipertensión
Está claro que se asocia a mayor riesgo de infartos, accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca y muerte súbita. El tratamiento debe incluir la restricción de la ingesta de sal, disminución de peso en el caso de obesidad y evitar el consumo excesivo de alcohol, así como estar acompañado por drogas antihipertensivas.
Control de la dislipemia
Las personas con valores elevados de lípidos en sangre deben reducirlo mediante el ejercicio, bajar de peso, modificar la dieta o tomar medicación específica.
Abandonar el cigarrillo
Todas las evidencias indican que el fumar aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca y de muerte; por eso, dejar de hacerlo es la mejor prevención contra el infarto.
Ejercicio
Los individuos que realizan actividades aeróbicas regularmente presentan menos problemas cardiovasculares, porque su corazón tiene una función de bombeo más eficiente, con mayor capacidad para afrontar el estrés y la sobrecarga de trabajo.
Alcohol
Numerosos estudios han demostrado que las personas que toman pequeñas cantidades de alcohol diariamente se enferman menos. La diferencia entre tomar mucho o poco puede representar la diferencia entre prevenir o ser causa de muerte prematura.
Estrés
Un estilo de vida nervioso y una pobre capacidad de adaptación para sobrellevar el estrés se asocia a un mayor riesgo de enfermedad en general.
Aspirina
Los estudios de prevención han demostrado que la aspirina, en bajas dosis, disminuye la posibilidad de enfermedad coronaria en las personas con riesgo bajo. La decisión de tomar el analgésico debe ser evaluada por el médico en cada paciente, para determinar los beneficios y el riesgo de sangrado.
Diabetes
La enfermedad se asocia con complicaciones de las grandes y pequeñas arterias. En estos pacientes, aparte de los controles de la glucemia, es fundamental chequear la tensión arterial y los lípidos en sangre.