Muchas personas en el mundo sufren de dolor crónico. En los últimos años se han logrado importantes avances en el conocimiento sobre el origen y los mecanismos que desencadenan el padecimiento. Los progresos en la compresión de los compuestos químicos analgésicos propios del sistema nervioso han suscitado la investigación y el desarrollo de nuevas drogas para tratarlo, así como también de recientes mecanismos de autoayuda.
El dolor es un mensaje que llega al cerebro a través de los nervios desde la piel u otros órganos profundos. Por lo general se trata de la alerta de alguna herida, una enfermedad o de los efectos del estrés en el funcionamiento normal del cuerpo. El agudo es habitualmente sencillo de identificar y de tratar su causa. Sin embargo el dolor crónico que persiste y no responde al tratamiento constituye un enigma y un motivo de gran frustración tanto para la persona que lo sufre y como para el médico que intenta controlarlo. A medida que pasa el tiempo y persiste el padecimiento, se afectan las relaciones interpersonales, el desempeño laboral, la imagen corporal y se agrega un padecimiento psicológico al problema de base.
Algunas personas son más sensibles al dolor que otras y también responden de manera diferente. Se ha podido demostrar mediante experimentos que el umbral de la dolencia (el punto o nivel a partir del cual se la siente) puede ser modificado mediante distracciones como por ejemplo el ejercicio físico intenso o la música fuerte y también con técnicas como la meditación o la hipnosis.
En apariencia, los hombres y las personas mayores son menos sensibles al dolor que las mujeres y los niños. Pero por otra parte es importante destacar que en ocasiones la reacción al padecimiento refleja el aprendizaje de patrones de respuesta familiares o culturales y que las características de la personalidad individual influyen en el llamado síndrome del dolor crónico.
Fibromialgia
Se trata de un tipo de dolor crónico que afecta al tejido conectivo y provoca malestar muscular generalizado con un aumento de la sensibilidad en muchas partes del cuerpo. Es un cuadro frecuente: en EEUU afecta al 2% de la población a partir de los 20 años y aumenta a un 8% en los mayores de 70, siendo más común en mujeres que en hombres.
No se conoce la causa de la fibromialgia, aunque a veces se pueden identificar factores desencadenantes como una infección, un trauma o el estrés. Recientemente se ha desarrollado la teoría de un cambio en la percepción del dolor denominado fenómeno de “sensibilización central”. Probablemente exista una predisposición genética, ya que la probabilidad de desarrollar fibromialgia es ocho veces mayor en los familiares de una persona con esta enfermedad. Esta teoría también se aplica a otros cuadros como el síndrome de colon irritable, la migraña y el síndrome de fatiga crónica.
El síntoma principal es una dolencia difusa, crónica y persistente. Suele describirse como un dolor muscular profundo, con entumecimiento y a veces con sensación de latido. Típicamente su intensidad varía: se intensifica con el estrés, el cansancio, la ansiedad y el frío. El entumecimiento es más acentuado por la mañana y mejora a lo largo del día. Otros malestares característicos son las migrañas, el dolor abdominal tipo síndrome de colon irritable con diarrea o constipación, el miccional y el de la articulación temporo- mandibular.
Para hacer el diagnóstico de fibromialgia se han determinado 18 puntos en el cuerpo. El dolor a la palpación en 11 de ellos durante un período mayor a 3 meses confirma el cuadro.
La gran mayoría de las personas con la enfermedad tienen cansancio persistente y dificultades para conciliar el sueño. También un alto porcentaje sufre de depresión.
Como muchos de los síntomas son comunes a otros cuadros, es importante descartar padecimientos como la artritis reumatoidea, el lupus eritematoso sistémico, la osteoartritis, el hipotiroidismo y las miositis.
El tratamiento debe tener un enfoque multidisciplinario que involucre a un médico clínico, un fisioterapeuta y un psicólogo. La medicación que ha probado ser más la efectiva para aliviar el dolor fueron los antidepresivos y los anticonvulsivantes porque actúan sobre los neurotransmisores del sistema nervioso que participan en la transmisión del dolor. Los antiinflamatorios no esteroideos no suelen aliviar el dolor mientras que algunos analgésicos han resultado efectivos.
El ejercicio aeróbico en forma regular fortalece los músculos y ayuda a reducir los síntomas. Se recomienda treinta minutos tres veces por semana de rutinas como caminata, natación o bicicleta. Pero lo más beneficioso es desarrollar un programa de actividad personalizada trabajando en conjunto con un fisioterapeuta.
Otras alternativas de tratamiento comprenden los programas para controlar el estrés, las técnicas de relajación, la hipnosis, las terapias cognitivas y la acupuntura.
Es importante recordar que la fibromialgia no es una enfermedad degenerativa ni representa una amenaza a la vida. Muchas personas aprenden a adaptarse y a sobrellevar los síntomas y, con el apoyo de su entorno familiar y social, logran desarrollar una vida activa.