Identifican primer biomarcador de la depresión mayor

Un nuevo test podría ayudar a predecir el riesgo de desarrollar esta enfermedad en varones adolescentes y darles un tratamiento temprano. También podrán idearse nuevas estrategias públicas de salud mental.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge liderado por Ian Goodyer,  identificó la primera señal biológica de esta enfermedad mental: el cortisol alto en síntomas depresivos. El descubrimiento de un biomarcador fácilmente medible como éste, permitirá a los servicios de atención primaria detectar a los niños con mayor riesgo de desarrollar la condición y brindarles un tratamiento temprano.

Según el estudio publicado este lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences, los adolescentes varones que presenten una combinación de síntomas depresivos y niveles elevados de la hormona del estrés cortisol, tienen hasta 14 veces más probabilidades de desarrollar una depresión mayor que si estos factores aparecieran de manera separada. «Esta es una enfermedad terrible que afecta a unos diez millones de personas en Reino Unido en algún momento de sus vidas. Ahora tenemos una manera muy real de identificar a quienes tienen mayor probabilidad de desarrollar depresión clínica, lo que ayudará a orientar estratégicamente prevenciones e intervenciones en estos individuos y ayudar a reducir su riesgo de episodios graves y sus consecuencias en la vida adulta», explicó Goodyer.

Aunque la depresión es un problema de salud mental debilitante que afecta a una de cada seis personas en algún momento de sus vidas, hasta ahora no hubo biomarcadores, en gran parte, porque las causas y los síntomas pueden ser muy variados. Es por eso, que los investigadores concluyeron que este puede ser el primer paso hacia una nueva herramienta de diagnóstico.

Para Matthew Owens, primer autor del trabajo, este nuevo biomarcador permitirá ofrecer un enfoque más personalizado para estos niños, y subrayó: “Esperamos detener el riesgo en un momento en que se produjo una creciente tasa de suicidio entre los adolescentes y los hombres jóvenes», afirma. De hecho, los años de la adolescencia y la juventud son el período más crítico para la salud mental de las personas, ya que un 75% de las enfermedades mentales se desarrollan antes de los 24 años.

Aunque el estudio británico es un avance, hay que destacar lo señalado por Sam Challis, del grupo benéfico Mind: “Es importante recordar que hay muchos factores vinculados a la depresión, como episodios de vida, factores genéticos, efectos colaterales de medicación y dieta».

Por otro lado, aunque los científicos indicaron que las mujeres tienen el doble de chances que los hombres de desarrollar depresión durante algún período en sus vidas, las pruebas desarrolladas no sirvieron para determinar su riesgo.

Detalles de la investigación

En el estudio, que se realizó durante tres años, uno de cada seis adolescentes varones (17%) quedó en la categoría de «alto riesgo» y cerca de la mitad de ellos fueron diagnosticados con depresión clínica.

Los investigadores midieron los niveles de cortisol en la saliva a partir de dos grupos independientes: en el primero se tomaron cuatro muestras tempranas por la mañana en días de colegio durante una semana, y se repitió 12 meses más tarde a 660 adolescentes. Así, se vio que los niveles de esa hormona se mantuvieron estables durante un año en la población general de niños y niñas. En el segundo grupo, formado por 1.198 jóvenes, se tomaron muestras tempranas de saliva por la mañana durante tres días escolares, y luego, a partir de autoinformes sobre síntomas actuales de depresión recogidos longitudinalmente en los 12 meses y la combinación de éstos con los hallazgos de cortisol, se dividió a los integrantes de la primera cohorte en cuatro subgrupos distintos, desde aquellos con niveles normales de la hormona por la mañana y bajos síntomas depresivos en el tiempo (grupo 1) hasta jóvenes con niveles elevados de cortisol por la mañana y altos síntomas de esta enfermedad mental en el tiempo (grupo 4) .

Como uno de cada seis jóvenes de este último grupo quedó en la categoría de «alto riesgo”, el equipo de investigación replicó exactamente estos subgrupos utilizando la segunda cohorte y, al obtener resultados idénticos en las dos, se combinó y estudió toda la muestra de 1.858 adolescentes para ver su probabilidad de desarrollar depresión mayor clínica y otros trastornos psiquiátricos durante un seguimiento de 12 a 36 meses después. Así, quienes integraban este grupo 4 fueron en promedio siete veces más propensos que los del grupo 1 y de dos a tres veces con más posibilidades que los otros dos grupos a desarrollar la condición mental clínica. Un análisis más detallado reveló que los niños en el grupo 4 fueron 14 veces más propensos a sufrir depresión mayor que aquellos en el grupo 1 y tenían entre dos a cuatro veces más posibilidades de desarrollar la condición que cualquiera de los otros dos grupos.

Finalmente, para demostrar que se trata de un biomarcador para un tipo particular de depresión, y que los integrantes del grupo 4 tenían características diferenciales, en la primera cohorte se hizo una prueba de memoria completa o autobiográfica que consiste en episodios de grabación sistemática de la vida de una persona. El resultado fue que tanto los niños como las niñas de este grupo fueron particularmente pobres al rememorar sistemáticamente los recuerdos autobiográficos específicos al presentarse más de treinta casos de ejemplos de distintos ámbitos sociales y personales. Por ejemplo, ante la expresión “día de campo”, la mayoría lo relató con bastantes detalles mientras que los integrantes del grupo 4 dieron muy poca información. El hallazgo coincide con la literatura científica que sugiere que el cortisol alto puede actuar para suprimir la recuperación de la memoria autobiográfica.

Fuentes: Europa Press, Reuters, ANSA.

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