El cáncer es un flagelo mundial y representa una de las mayores causas de muerte en el mundo junto con las enfermedades cardiovasculares. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2008 se diagnosticaron a nivel global 12,4 millones de casos nuevos y se registraron 7,6 millones de muertes, mientras que en Latinoamérica se le detectó la enfermedad a un millón doscientas mil personas. Más de la mitad de los casos se presenta en mayores de 65 años y dado la tendencia al aumento en la sobrevida de la población, en particular en los países desarrollados, se prevé que el número total de afectados y de muertes por este mal crecerá en el futuro.
A pesar de este pronóstico poco alentador, los conocimientos adquiridos sobre las causas de la enfermedad indican que estas estadísticas pueden reducirse en un futuro cercano. Aproximadamente la mitad de los cánceres pueden ser prevenidos si se cambian algunas conductas de riesgo, y a través de la prevención primaria. Por otra parte, un 30% adicional puede curarse con la detección temprana de la enfermedad y un tratamiento apropiado. Dentro de los factores de riesgo que son modificables se destacan el tabaquismo, la alimentación y el alcoholismo, la obesidad, algunas infecciones y el sedentarismo o falta de actividad física. También son importantes la exposición al sol, a las radiaciones ionizantes y a carcinógenos ocupacionales y del medio ambiente.
Factores de riesgo
Tabaquismo
Se estima que más de mil millones de personas fuman en el mundo. A pesar de intensas campañas antitabaco en países como el Reino Unido y EEUU alrededor de un 20 a 25% de la población adulta consume cigarrillos , y por el contrario, en otras regiones del mundo como Asia, en particular China y en el este y sur de Europa, el hábito continúa en aumento.
Según la OMS, fumar tabaco constituye el principal factor de riesgo prevenible de cáncer. Este hábito es la primera causa de cáncer de pulmón, la variante de la enfermedad más común, y es el responsable del 80 a 90% de las muertes por esta afección. No fumar o dejar de hacerlo son las medidas preventivas más importantes. Además, se comprobó que abandonar el hábito mejora la respuesta al tratamiento y la sobrevida de los pacientes.
Otras enfermedades malignas se relacionan al tabaquismo: es la causa del 50% de los cánceres de hígado y se asocia a cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, estómago, páncreas, vejiga, riñón, cuello uterino y leucemia mieloide. También produce numerosos problemas severos de salud como bronquitis crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cardiopatía isquémica, infarto, aborto, parto prematuro, defectos congénitos e infertilidad.
La OMS reglamentó el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) que establece los principios y el contexto para la formulación de políticas, la plani?cación de intervenciones y la movilización de recursos políticos y ?nancieros para restringir el consumo de esta sustancia. . Con el fin de ayudar a los países a alcanzar esta meta, la OMS desarrolló un programa activo y un plan de medidas conocido como MPOWER que enfoca seis de las políticas más importantes y efectivas: Monitor para vigilar el consumo de tabaco; Protect para proteger a la población del humo del tabaco; Offer para ofrecer ayuda para dejar el cigarrilo el tabaco; Warn para advertir acerca de los peligros de su consumo; Enforce para hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio y Raise que aumenta los impuestos al tabaco.
Alimentación
Más de un 30% de las muertes por cáncer se vinculan con la dieta. Esta relación entre alimentación y la enfermedad surgió a partir de observar las distintas tasas del padecimiento en diferentes regiones del mundo. Al estudiar a las personas que se mudan a otro país y adoptan las costumbres alimentarias y el estilo de vida de su nuevo hogar, se comprobó que tienen la misma probabilidad de desarrollar cáncer que los individuos del país adoptivo comparado a las de su país natal.
Las dietas ricas en frutas y verduras disminuyen el riesgo de padecer cáncer de boca, laringe, faringe, esófago, estómago, y de pulmón. Según el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, se recomienda la ingesta de al menos 5 porciones diarias (400 gr) de estos alimentos para prevenir enfermedades crónicas. Las dietas con alto contenido en fibras protegen contra el cáncer de colon y por el contrario una ingesta elevada de carnes rojas aumenta el riesgo para esta enfermedad, por lo que las recomendaciones establecen un consumo semanal no mayor a los 500 gr.
Muchos elementos naturales como vitaminas y minerales son investigados para la prevención de enfermedades malignas, sin embargo hasta el momento no se comprobó un efecto protector. Por ejemplo, en un estudio realizado recientemente en más de 35.000 hombres sobre selenio y vitamina E, no se demostró una asociación positiva en la prevención del cáncer de próstata.
Alcoholismo
La evidencia que demuestra que el consumo de alcohol causa cáncer es concluyente, está comprobado que aumenta el riesgo de esta enfermedad en boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y en mujeres, de mama. Además del impacto negativo sobre la salud, también tiene un efecto negativo sobre las conductas y relaciones sociales. Con el objetivo de combatir este problema en el mundo, la OMS elaboró en el año 2010 una estrategia mundial para reducir el uso nocivo de esta sustancia. Representa el compromiso de los Estados Miembros para actuar de manera continua y a todos los niveles, y propone una serie de opciones de políticas e intervenciones a aplicar en el plano nacional.
Obesidad
En los países desarrollados el número de personas obesas se duplicó en los últimos 25 años debido a cambios en la alimentación y menor actividad física. Según la OMS, en el mundo hay más de 1 billón y medio de adultos y aproximadamente 20 millones de niños menores de cinco anos con sobrepeso. En EEUU, hasta un 20% de las muertes por cáncer se asocian al sobrepeso y la obesidad, al tiempo que se comprobó su relación con el cáncer de esófago, páncreas, colon, recto, de mama, endometrio y de riñón.
Falta de actividad física
El ejercicio disminuye el riesgo de cáncer de colon y probablemente proteja contra el mamario y el de endometrio. También hay evidencia que muestra la asociación entre inactividad y cáncer de pulmón y de páncreas. Aproximadamente el 60% de la población del mundo no alcanza a cumplir con las mínimas recomendaciones de actividad física (30 minutos diarios de ejercicio moderado, aumentando a 60 minutos o 30 de actividad física intensiva a medida que mejora el rendimiento). Esta situación llevó a la OMS a declarar el sedentarismo como un “problema de salud pública a nivel mundial”.
Infecciones
Las infecciones, en particular los virus, causan entre 15 a 20% de los cánceres en el mundo, con mayores proporciones en los países en vías de desarrollo. Dentro de los principales agentes infecciosos, el virus del papiloma humano (HPV) se asocia al cáncer de cuello uterino, vagina, vulva, ano, pene y de boca y faringe; los virus de hepatitis B y C al cáncer de hígado, y la bacteria helicobacter pylori causa cáncer de estómago.
En este sentido, las vacunas contra la hepatitis B y el HPV tienen un impacto enorme en la prevención de estas enfermedades, sobre todo en los países de menores recursos donde, por ejemplo, las mujeres tienen poco o ningún acceso a los controles ginecológicos y al papanicolao (Pap).
Las radiaciones ultravioletas
La exposición prolongada a los rayos del sol o de fuentes artificiales como las camas solares, produce cáncer de piel. Así, el daño solar acumulado durante toda la vida aumenta el riesgo de desarrollar esta enfermedad en la edad adulta. La incidencia mundial del cáncer de piel aumenta debido a la mayor longevidad de la población. Los grupos más vulnerables son los niños y las personas de piel clara.
Por eso, es importante tomar medidas de protección: limitar el tiempo de exposición al sol entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde, usar prendas que cubran la piel, utilizar filtros con factor de protección de 30+ y renovarlo con frecuencia, no usar lámparas o camas bronceadoras.
El rol de los genes
Determinadas mutaciones genéticas pueden predisponer al desarrollo de algunos cánceres. En la actualidad existen pruebas que permiten detectar la susceptibilidad de un individuo a sufrirlo en las mamas o el colon. Las personas que de esta manera se conocen portadores, pueden implementar medidas que ayuden a disminuir el riesgo como realizar controles clínicos más frecuentes, cambiar conductas y adoptar un estilo de vida más sano.
En síntesis, la incidencia del cáncer se puede reducir al controlar los factores de riesgo ya comprobados: una dieta sana, hacer ejercicio, no fumar ni beber alcohol en exceso y evitar la exposición prolongada a la radiación ultravioleta. Otra manera de reducir la enfermedad es cumplir con los controles recomendados por los médicos para detectar las lesiones precancerosas o los estadios tempranos de la enfermedad. Algunos ejemplos de estos chequeos son la mamografía para el cáncer de mama, el Pap para el de cuello uterino, la colonoscopía y los estudios de sangre en materia fecal para el cáncer de colon, el tacto rectal y PSA (Antígeno prostático específico) sérico para el de próstata. Hacer un diagnóstico precozmente permite un tratamiento temprano y aumenta las posibilidades de curación.
Por último, los tratamientos contra el cáncer lograron avances importantísimos alcanzando nuevos horizontes que incluyen la cura para varios tipos de cáncer, el aumento de la sobrevida y la mejoría de muchas personas, aunque la curación universal no sea una posibilidad concreta para el futuro cercano.