Los niños que recibieron ciertas vacunas serían menos propensos a desarrollar cáncer infantil, especialmente un tipo de leucemia, según reveló un estudio estadounidense.
Los resultados, publicados en The Journal of Pediatrics, mostraron que los chicos nacidos en zonas donde se prioriza la vacunación contra la hepatitis B en este grupo etario, tenían un 20% menos de posibilidades de padecer cualquier tipo de cáncer, comparado con aquellos originarios de regiones donde menos pequeños estaban inmunizados.
En particular, aquellos nacidos en zonas con un uso amplio de la vacuna contra la polio y una serie de inmunizaciones que incluyen la hepatitis B y la polio entre otras enfermedades, tenían entre un 30 y un 40% menos probabilidades de desarrollar leucemia linfoblástica aguda, un tipo de la enfermedad que es más común en la infancia.
Michael Scheurer, del Colegio de Medicina de Baylor en Houston y uno de los autores del estudio, advirtió que más allá de la relación aparente, que podría aclararse con investigaciones futuras, no se trata de «llevar a los niños a vacunarse y que no contraerán cáncer».
Ensayos previos sobre esta relación mostraron resultados variados. Una teoría es que algunas infecciones comunes aumentarían el riesgo infantil de leucemia por el efecto que tienen sobre el sistema inmune en desarrollo. Las inmunizaciones, teóricamente, deberían reducir ese riesgo oncológico, a menos que la vacuna en sí imite una infección natural.
Para ver si los chicos nacidos en áreas donde la mayoría de los menores estaban vacunados eran más o menos proclives al cáncer que los nacidos en zonas con menores tasas de vacunación, Scheurer y sus colegas usaron datos sobre todos los diagnósticos oncológicos en el estado de Texas para identificar 2.800 casos de cáncer infantil diagnosticados entre 1995 y el 2006, en niños de entre 2 y 17 años nacidos en Texas.
Por cada niño con cáncer, los investigadores hallaron otros cuatro que tenían la misma edad y género y no presentaban la enfermedad. Luego, los expertos compararon cuántos de los niños con o sin el mal habían nacido en condados con altas tasas de vacunación.
Según Scheurer, el hallazgo más fuerte fue un menor riesgo de leucemia en las zonas con elevadas tasas de vacunación contra la hepatitis B y la polio.