La contaminación atmosférica afecta a toda la población mundial y constituye un riesgo importante para la salud. Cuando se produce en el aire interior, es decir, en los espacios cerrados como los hogares y las oficinas, causa aproximadamente 2 millones de muertes prematuras en los países emergentes. En cerca de la mitad de los casos, se trata de menores de 5 años que mueren por neumonía. La polución urbana del aire exterior provoca la muerte de al menos 1.3 millones de individuos por año.
Los riesgos que produce respirar gases nocivos incluyen padecer enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer de pulmón. La situación es más grave en el caso de los individuos que tienen una afección preexistente, así como en los niños, ancianos y personas de escasos recursos. Si todos los Estados redujeran los niveles de polución, entonces la cantidad de personas que contraen estos padecimientos disminuiría considerablemente.
Ningún país está exento de sufrir las consecuencias de la contaminación ambiental, aunque no todos están afectados de la misma manera. Pero, ya sea en Nueva York, Katmandú o Buenos Aires, existen procesos industriales que implican combustión y que generan gases como el dióxido y monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y azufre, entre otros. La emisión de estos contaminantes proviene de varios lugares, como por ejemplo, los escapes de gas de los autos, las calefacciones residenciales o la producción industrial.
Caminar, andar en bicicleta o en patines, utilizar el transporte público, son medidas que cada individuo puede adoptar para contribuir a la reducción de la emisión de gases nocivos. Sin embargo, la disminución de la contaminación atmosférica está más allá del control de las personas y depende mayormente de las políticas e iniciativas estatales.