Cada año, nacen en el mundo unos 137 millones de bebés. Pero según informa el Estado Mundial de la Infancia 2011 de UNICEF, solo uno de cada tres recibe la alimentación recomendada durante los primeros seis primeros meses de vida: leche materna en forma exclusiva. En Argentina, la práctica de la lactancia aumentó en los últimos años. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2007, el 95% de los niños inicia su alimentación de esta forma. Pero a medida que transcurre el tiempo, este hábito comienza a perderse: a los dos meses, el 57% recibe exclusivamente la leche de sus madres; a los cuatro meses, el 46%, y a los seis meses, solo el 36%.
Es necesario entonces que desde los hogares, las organizaciones y los sistemas de salud se mantengan los esfuerzos para estimular la adopción de esta práctica saludable, pero también para lograr que perdure durante todo el período crítico para el desarrollo de los chicos. Con este fin, se conmemorará del 1 al 7 de agosto la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que fue creada hace 20 años por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF, y hoy cuenta con más de 170 países adherentes. En particular, el objetivo en este nuevo aniversario es realizar un balance de las lecciones aprendidas y evaluar los progresos y logros alcanzados en la aplicación de la Estrategia Mundial para la Alimentación del Lactante y del Niño Pequeño. A la vez, se demandarán las acciones pendientes para alcanzar las políticas y los programas que no se cumplieron.
El mejor alimento
La nutrición y los cuidados durante los primeros años son fundamentales para la salud y el bienestar del una persona a lo largo de toda su vida. La leche materna es el mejor y más completo alimento para los recién nacidos y lactantes, ya que aporta todos los nutrientes y la energía que necesitan para un crecimiento y desarrollo sano en los primeros seis meses. Además, cubre alrededor de la mitad de las necesidades nutricionales del niño durante el segundo semestre de vida, y hasta un tercio durante el segundo año.
La OMS recomienda iniciar la lactancia materna luego de transcurrida una hora del nacimiento, incluso antes de que la madre abandone la sala de parto, para aprovechar la leche que se produce entre el primer y segundo día, llamada calostro. Asimismo, aconseja mantener esta práctica como única forma de alimentación durante los seis meses siguientes, y complementarla de manera adecuada con otros alimentos hasta los dos años, como mínimo.
Prácticamente todas las mujeres pueden dar el pecho a sus hijos y es preciso amamantar al menos ocho veces al día y cada vez que el bebé lo pida. Esto es posible ya que la lactancia frecuente aumenta la producción de la leche.
La leche materna es ideal porque tiene la temperatura óptima y no está contaminada con bacterias. Además, es fácil de digerir y económica. Por otra parte, brinda proteínas, vitaminas y minerales, y contiene anticuerpos y células de defensa que protegen al bebé de las enfermedades infecciosas más frecuentes, principalmente las gastrointestinales y respiratorias, como diarrea, neumonía, bronquiolitis y otitis. A su vez, ayuda a una recuperación más rápida si es que las adquiere. Dar el pecho también protege al niño de enfermedades crónicas, alergias, afecciones de la piel, desnutrición, obesidad y diabetes juvenil.
Asimismo, está comprobado que amamantar cumple un papel esencial en el aspecto psico-afectivo, al fomentar el desarrollo sensorial y cognitivo del bebé, y es fundamental para fortalecer el vínculo entre la madre y el hijo, a través del contacto y estímulo de piel con piel.
Apoyar a las mamás
Dar de mamar también contribuye a la salud y al bienestar de las madres. El período de lactancia favorece la disminución del sangrado posparto y suprime la menstruación, lo que a su vez ayuda a espaciar los embarazos. Por otra parte, esta práctica disminuye el riesgo de cáncer de mama y ovario, y las probabilidades de padecer diabetes tipo II; protege de la depresión postparto y de las enfermedades del corazón, al tiempo que previene la anemia, la hipertensión y la obesidad.
Por ser la lactancia tan saludable para ellas y sus hijos, es importante facilitarles el proceso. Cuando se consulta a las mujeres que abandonaron la práctica cuáles fueron los motivos que las indujeron a ello, la mayoría señala la interrupción de la producción de leche. Para que esto ocurra, los factores que más contribuyen son el contacto tardío entre la madre y el recién nacido, y la incorporación de la mujer al trabajo, pero también la influencia negativa del mercado, con la gran difusión de fórmulas lácteas y oferta de biberones y tetinas.
“Aunque es un acto natural, amamantar es también un comportamiento aprendido –enfatizó la OMS–. Prácticamente todas las madres pueden amamantar, siempre y cuando dispongan de información exacta, así como de apoyo dentro de sus familias y comunidades, y del sistema de atención sanitaria”.
Los programas de promoción del amamantamiento durante el embarazo y los primeros meses luego del parto son fundamentales para fomentar esta práctica, y constituyen intervenciones eficaces y de bajo costo para reducir las enfermedades infantiles. Las acciones comprenden la capacitación de profesionales de la salud en lactancia materna y alimentación del niño, y la educación de la población.
En Argentina, el artículo 179 de la Ley de Contrato de Trabajo (N°20744 y sus modificatorias) garantiza que toda madre trabajadora podrá disponer de dos (2) descansos de media hora para amamantar a su hijo en el transcurso de la jornada laboral. Porque amamantar no es un privilegio, es un derecho.
Fuentes: Observatorio de la Maternidad, OMS, Sociedad Argentina de Pediatría, Liga de la Leche Argentina