En el día de hoy, la revista Science calificó como el mayor logro del año 2011 en medicina al descubrimiento de que las drogas usadas para tratar el sida también pueden detener su transmisión.
Un interesante análisis sobre el impacto de este avance fue publicado el pasado mes de junio por la revista británica The Economist, en ocasión del 30° aniversario del descubrimiento de esta enfermedad.
La consecuencia más significativa es que, en el contexto actual, la combinación de tratamiento y prevención podría ser la clave para vencer esta enfermedad. Parecería posible erradicar la epidemia, si el mundo estuviera dispuesto a pagar el precio.
Si todas las personas infectadas pudieran recibir el tratamiento, se cortaría la cadena de transmisión del virus, ya que el mismo desaparece de la sangre y las mucosas. Sin embargo, se sabe que se mantiene en algunos reservorios dentro del organismo, por lo cual no es posible hablar de cura.
En el caso de las parejas discordantes, donde uno de los miembros está infectado, si la persona enferma está siendo tratada de manera adecuada y tiene carga viral negativa en sus estudios de laboratorio, se puede prevenir la transmisión al otro miembro.
Una vez más, estas investigaciones destacan la importancia de realizarse los análisis de detección del VIH, para diagnosticar la infección lo antes posible. Esto es para los que trabajamos en salud uno de los principales objetivos a cumplir. En Argentina existen 130 mil personas con VIH, pero sólo la mitad sabe de su condición y puede beneficiarse del tratamiento precoz.
Como menciona The Economist, universalizar el tratamiento requeriría años, mucho dinero y de la buena voluntad de todos los involucrados, desde las personas infectadas hasta los países que contribuyen al Fondo Global, uno de los dos distribuidores principales de drogas anti-VIH.
Argentina es un país de privilegio en relación a este tema, ya que todos los infectados pueden recibir la medicación. Si no tienen cobertura de obra social o medicina prepaga, el estado lee provee las drogas.
En África, Asia y otras regiones más desfavorecidas, entidades como la Fundación Clinton están trabajando para propiciar el tratamiento de las personas infectadas en y reducir así la transmisión del virus.
