El 24 de marzo de 1882, el médico alemán Robert Koch reveló en Berlín el descubrimiento de la bacteria Mycobacterium tuberculosis, agente causal de la tuberculosis (TB). Por la trascendencia de esa fecha, se la eligió para conmemorar, cada año, el Día Mundial de esa enfermedad, una de las infecciones más antiguas e importantes de la humanidad.
Se la encontró ya en momias egipcias que datan de más de 2 mil años A.C. Y la padecieron famosos personajes, como Johann Goethe, Fyodor Dostoevsky, Amadeo Modigliani, Frederic Chopin y Eleanor Roosevelt, entre otros.
Según el informe 2011 de Control Mundial de la Tuberculosis publicado por la OMS, la TB provocó en 2010 cerca de 9 millones de casos nuevos y 1.5 millones de muertes anuales. Más del 90% de los afectados habita en países en desarrollo. En Argentina, los casos anuales serían más de 10 mil, y resultarían en unas mil defunciones. El 17% de los fallecidos son pacientes con VIH/sida. Las regiones más afectadas son la Ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires y las provincias del norte, en especial Chaco, Formosa, Salta y Jujuy. En estas zonas, los factores contribuyentes son la pobreza, el hacinamiento y las migraciones desde países con altas tasas de infección, como Perú y Bolivia.
El contagio
En nueve de cada 10 casos, la infección llamada primaria se produce por vía aerógena, es decir, cuando el enfermo elimina los gérmenes al toser, hablar, reír, llorar o gritar. Puede así contaminar a un individuo en forma directa o a través del ambiente. Los pacientes VIH/sida son más propensos a infectarse o a sufrir la reactivación de una vieja infección, y son más difíciles de tratar y controlar.
La enfermedad y sus síntomas
En la mayoría de los casos, la TB afecta los pulmones. Muchas veces las formas pulmonares se manifiestan con lesiones que producen esputo con sangre y alteraciones francas en las radiografías de tórax, como nódulos y cavidades. Todo ello va acompañado con un cuadro general de fiebre, habitualmente vespertina, transpiración importante y falta de apetito.
Pero la bacteria patógena, también llamada bacilo de Koch, puede afectar otros órganos. Estas formas extrapulmonares se presentan en un 10 a 20% de los pacientes, entre los que se destacan aquellos que muestran un aumento en el tamaño de los ganglios y los que tienen una infección localizada en las meninges, casos que revisten suma gravedad. Otros blancos son las articulaciones de los huesos, los riñones y el hígado.
Es importante recordar que, en las mujeres que tienen TB latente, la infección puede reactivarse durante el embarazo o después del parto. En los pacientes con VIH/sida suele reactivarse con infecciones severas o contagiarse con mayor facilidad. Además, en estos casos, la enfermedad tiene un curso más serio y muchas veces es resistente a los tratamientos habituales, por lo que requiere el uso de nuevos antibióticos.
La prevención
Aunque se trata una vieja vacuna, la BCG es todavía la única disponible contra la TB. En general, previene las formas graves de la enfermedad, se aplica en forma intradérmica y, en nuestro país, sólo al recién nacido, como parte del Calendario Nacional de Vacunación. Otros países en desarrollo también la usan, pero no EEUU, Canadá ni la mayoría de las naciones europeas.
El diagnóstico
Para detectar la TB se utilizan métodos microbiológicos. Lo importante es la observación del bacilo de Koch y su desarrollo a través del cultivo. El examen, en general del esputo, es muy importante y debemos recordar que se necesitan entre 30 y 60 días para obtener el resultado de cultivo. En los pacientes que no presentan síntomas, muchas veces se llega al diagnóstico al hallar lesiones sospechosas en las radiografías de tórax.
Cuando se sospecha meningitis o derrames pleurales, hoy podemos aplicar métodos moleculares, como el llamado PCR, que tienen una alta sensibilidad.
La reacción de Mantoux o PPD
Es el método que se utiliza habitualmente para estudiar los casos sospechosos. Consiste en aplicar en forma intradérmica un reactivo obtenido del bacilo de Koch –el PPD– y observar si aparece un nódulo o una roncha a las 48 o 72 hs en el sitio de aplicación. Si el diámetro de la roncha o nódulo es mayor de 10 mm, la reacción es positiva y hay que evaluar al paciente para descartar TB. Debemos tener presente que en los pacientes que recibieron la vacuna BCG la reacción puede ser positiva; pero en general su diámetro es menor de 10 mm.
El tratamiento
En 1943 se comenzó a usar la primera droga contra la TB, llamada estreptomicina, que se aplicaba en forma intramuscular. Aunque resultó ser muy buena, a largo plazo demostró que producía efectos tóxicos muy importantes en el oído.
Posteriormente, aparecieron antibióticos, como isoniacida y rifampicina (1971), que cambiaron la historia de la TB y permitieron controlar a la mayoría de los enfermos. Se administran por vía oral y, en general, los pacientes los toleran muy bien.
En la actualidad, los tratamientos iniciales suelen comenzar con el uso de cuatro drogas (las dos antes mencionadas, pirazinamida y etambutol). Luego de dos meses, el espectro de antibióticos se reduce a dos (isoniacida, rifampicina), que se administran durante un total de aproximadamente nueve meses. Sin embargo, la existencia de casos de multirresistencia a estas terapias, en especial en pacientes VIH/sida, hace necesarias nuevas drogas y tratamientos más prolongados.
Finalmente, debemos destacar que Argentina cuenta, desde hace más de 40 años, con el Programa Nacional de Control de la Tuberculosis. Su objetivo es detectar de manera temprana a los infectados, brindarles medicación para su tratamiento precoz y adecuado, a fin de poder disminuir los casos de TB en nuestro país.