“Los números siempre impactan” comentó el Dr. Ricardo Iglesias, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), y continuó: “Uno en 6.585 es la probabilidad de morir en un accidente automovilístico y 1 en 400 de fallecer de enfermedad cardiovascular”. Se trata de la primera causa de muerte en Argentina y en el mundo en la que “cada 26 segundos una persona sufre un evento cardiovascular y cada minuto, alguien va a perder la vida por esta causa”, precisó el especialista. Cada año fallece en nuestro país el doble de personas por infarto que por todos los cánceres. Entre aquellos que sobreviven, el 10 % muere dentro del siguiente año por un nuevo infarto o “muerte súbita”, pese a recibir tratamiento farmacológico, lo que hace imprescindible buscar otras estrategias de prevención, tales como la ingesta de omega-3.
El consumo regular de ácidos grasos omega-3 reduce notablemente el riesgo de arritmias y muerte súbita en pacientes que ya han sufrido un infarto agudo de miocardio (IAM). Según el Dr. Iglesias, “en pacientes de riesgo, algunos trabajos marcan un descenso de 45 % de muerte súbita, a cuatro meses de iniciada la terapia”. Tal es el caso del estudio “GISSI-Prevenzione”, realizado en Italia, en el que se siguió a una población de 11.000 pacientes posinfarto a quienes se trató con cápsulas de omega-3 y se los siguió durante 3 años.
En paralelo, en una reciente investigación, se demostró que la administración de omega-3 en pacientes con insuficiencia cardíaca crónica que estaban recibiendo otras terapias, reduce la mortalidad total y hospitalizaciones por causas cardiovasculares, con un beneficio absoluto de cinco vidas salvadas al año por cada 1.000 pacientes tratados con omega-3, al evitar muerte súbita y arritmia. Asimismo, en personas sin antecedentes cardiovasculares, estos ácidos grasos también protegen la salud del corazón. Varios estudios poblacionales han encontrado que a mayor consumo de pescado, menor es el riesgo de enfermedad coronaria.
“En personas aparentemente sanas se lograría el aporte necesario comiendo pescado dos veces por semana. No obstante, ya sea por motivos económicos o por nuestros hábitos culturales, la población argentina no cubre este mínimo necesario. Esta es la razón por la que se recomiendan medidas supletorias, a través de cápsulas de aceite de pescado (omega-3 de origen marino)”, manifestó el Dr. Iglesias
La Dra. Sandra Swieszkowski, Secretaria del Comité Ejecutivo de la Fundación Cardiológica Argentina (FCA), comentó que “si bien no contamos con un estudio epidemiológico sobre el consumo de omega-3 en nuestro país, por nuestros hábitos alimentarios es muy probable que sea menor al recomendado, que es de dos gramos diarios. Las poblaciones con menor consumo de omega-3, tienen mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, incluyendo accidente cerebrovascular (ACV), enfermedad vascular periférica y afecciones cardiovasculares”.
En el paciente con triglicéridos altos, se aconseja como medida terapéutica comer pescado tres o cuatro veces por semana, o suplementos de omega-3 en dosis de dos gramos diarios. “Una persona con diabetes necesita dos gramos diarios; es importante que sea esa cantidad y no menos, porque existen en el mercado ciertos suplementos que contienen omega-3 a dosis ínfimas, ‘homeopáticas’, y no es suficiente para lograr los resultados que se buscan en estos pacientes”, recalcó el Dr. Iglesias. Recientemente, se aprobó un suplemento de omega-3 en base a aceite de pescado (cápsulas de Regulip 1000 mg), que cubre tales requerimientos.
Los beneficios de este nutriente
Los omega-3 son grasas poliinsaturadas, que a diferencia de las saturadas y las trans, son beneficiosas para la salud. Resultan imprescindibles para el normal crecimiento, desarrollo y óptima función del cerebro, corazón y otros sistemas. Son ácidos grasos esenciales, es decir que no pueden ser sintetizados por el organismo, y deben ser incorporados por la alimentación o mediante suplementos. La mayor concentración de omega-3 se encuentra en el aceite de pescado (sardinas, salmón, atún, caballa, trucha y otros).
Marino, mejor que terrestre
Dentro de los omega-3, hay que diferenciar al omega-3 de origen marino (aceite de pescado) del de origen terrestre. Por su composición química, se dice que el omega-3 terrestre o vegetal es de “cadena larga”, y debe ser transformado en omega-3 de “cadena muy larga” (marino) dentro del organismo. Como tal conversión puede ser insuficiente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que una porción del omega-3 que se consume sea de origen marino. Dos de los más importantes ácidos grasos omega-3 que contiene el aceite de pescado son el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), de cadena muy larga y por ende de mayor utilidad.
En cuanto a los alimentos fortificados con omega-3, tales como algunos productos lácteos, la Dra. Swieszkowski consignó que “ninguna leche alcanza el requerimiento diario total de omega-3 que sí ofrece el pescado como alimento principal o en forma de suplemento”.
Cómo y dónde actúa
Pese a que aún no se conoce con precisión el mecanismo de acción de los omega-3, se cree que se debe principalmente a un efecto antiarrítmico. La Dra. Swieszkowski explicó que la acción se debería a que estos ácidos grasos forman parte de la membrana celular y contribuyen a su flexibilidad, haciéndola más permeable (función endotelial). También poseería efectos sobre los niveles de lípidos, la coagulación (hemostasis), la formación de placas de ateroma en los vasos sanguíneos (aterogénesis) y la inflamación.