Nuevos avances para entender la hipertensión arterial

El descubrimiento de la forma en que una proteína y una molécula grasa influyen en el estado de contracción de las arterias abre la posibilidad de encontrar nuevas alternativas de tratamiento.  Esta enfermedad afecta a gran parte de la población mundial.

Investigadores de la Universidad de Londres descubrieron recientemente la función de una proteína presente en la pared de las arterias, que determina el estado de contracción de los vasos. La misma, denominada  Kv7.4, forma parte de los canales que regulan el ingreso o la salida de potasio de las células musculares de la pared arterial. Cuando la proteína se activa, mantiene los vasos sanguíneos relajados y, por lo tanto, los valores de tensión arterial son más bajos. Su acción es particularmente importante en la arteria renal, donde se inicia una cascada de reacciones que desencadenan aumentos de presión.

La tensión arterial depende principalmente de tres factores: la frecuencia de los latidos cardíacos, la flexibilidad de las paredes de las arterias y el volumen de sangre que circula por los vasos. Cuando existe un desbalance entre éstos, se producen alteraciones que se evidencian como aumentos o disminuciones de presión.

En los estudios de laboratorio, los científicos ingleses pudieron comprobar que, al desactivar la proteína Kv7.4, las arterias se mantenían contraídas y no se relajaban frente a estímulos, como la adrenalina, para permitir que mayor cantidad de sangre llegue a los tejidos. Así, estiman que estos nuevos descubrimientos pueden servir como base para nuevos enfoques de tratamiento de la hipertensión arterial.

Por otro lado, un equipo de la Universidad de Southampton encontró otro mecanismo que desencadena hipertensión. En un estudio publicado en la revista PloSOne, describen la acción vasoconstrictora de un tipo de grasa, denominada eicosanoide, que es fabricada por la propia célula muscular de la arteria y no proviene de la sangre, como se pensaba anteriormente. Al bloquear la acción de dos enzimas que producen esta molécula, los investigadores lograron dilatar las arterias y, por lo tanto, prevenir la hipertensión.

Esta enfermedad crónica conlleva a que el corazón realice un mayor esfuerzo para hacer circular la sangre. La tensión se constata a través de dos mediciones, la presión sistólica, cuando el corazón se contrae, y la diastólica, cuando se relaja. En los adultos, los valores normales de estos parámetros son aquellos inferiores a 140 y 90 mmHg, respectivamente. La hipertensión se clasifica como primaria cuando no hay una causa médica evidente, o como secundaria, cuando responde a problemas renales, cardíacos o endocrinológicos. La reducción del consumo de sal y los cambios de estilo de vida son medidas importantes para mantener valores normales de tensión. Pero aún así, muchos pacientes necesitan tomar medicación para poder lograrlo.

Según distintos estudios realizados en los últimos años, uno de cada tres habitantes de la Ciudad de Buenos Aires tendría registros de tensión arterial que exceden los límites normales. Se trata principalmente de adultos de entre 25 y 64 años, en su mayoría hombres. Estas cifras son similares a las observadas en otras ciudades argentinas e, incluso, en países desarrollados, y resultan preocupantes por el mayor riesgo que tienen estos individuos de sufrir un infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca, enfermedades renales y ACV. Descubrir los procesos que controlan cómo trabajan las arterias abre la posibilidad de encontrar nuevas alternativas de tratamiento.

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