En 1971, después de completar el posgrado en Infectología en la Universidad del Sur de California de los EE.UU. regreso a la Argentina. El objetivo fue, en ese momento, aplicar en nuestro país una nueva visión de la materia. La idea era (y continúa siendo) que la especialidad se incorporara a los hospitales generales y se ocupara de los aspectos clínicos, epidemiológicos y de laboratorio de las enfermedades infecciosas.
Uno de los lugares más importantes donde desarrollamos la especialidad fue el Sanatorio Güemes, al cual nos incorporamos en la década de 1970, para realizar el control infectológico del Departamento de Cirugía Cardiovascular, creado por la venida al país del Dr. René Favaloro.
Qué pasa con las infecciones
En 1967, las autoridades médicas de los EEUU predecían que el ciclo de las enfermedades infecciosas se cerraba. La afirmación se basaba en la erradicación de la viruela, el control de la polio, y la aparición de nuevas vacunas y antibióticos que “controlarían todos los gérmenes”. Hoy vemos que no fue así. Las enfermedades infecciosas constituyen la primera causa de muerte en el mundo. Algunas, como la gastritis y la úlcera de estómago que se creían siempre ocasionadas por el estrés, actualmente sabemos que muchas veces son producidas por una bacteria -el Helicobacter pylori-. Ciertos cánceres, como el de cuello uterino y el de hígado, son fundamentalmente producidos por virus.
En 1975, César Milstein, científico argentino que trabajó en Inglaterra, produce, junto con George Kohler, los anticuerpos monoclonales que revolucionaron el diagnóstico microbiológico y el tratamiento de muchas enfermedades. Por la importancia de estos hallazgos en la Medicina, posteriormente recibe el Premio Nobel.
Ese mismo año, en Lyme, ciudad del estado de Connecticut, EE.UU., aparece una enfermedad que lleva su nombre y que es producida por un microorganismo llamado Borrelia, transmitido por una garrapata de los ciervos y otros animales. La enfermedad de Lyme se presenta simulando la artritis reumatoidea o fiebre reumática, y todos los años afecta a miles de personas en EEUU y en otras partes del mundo.
A comienzos de 1980, aparecen los primeros casos de sida, y más de 25 años después esta pandemia se ha extendido a todos los países del mundo. Ya ha infectado a 56 millones de personas, incluyendo 20 millones que han fallecido por la enfermedad. Con estas cifras, la epidemia del sida es, junto a la pandemia de influenza de 1918 y la peste bubónica del siglo XIV, una de las más importantes infecciones que han afectado a la humanidad.
La Argentina tuvo su primer caso en 1982 y ya hay cerca de 30000 pacientes notificados de Sida y otros 9000 de VIH. Además se considera que en nuestro país unas 120.000 personas que tienen VIH lo desconocen y que esta infección “es cada vez mas femenina, mas pobre y mas joven”.
En África, junto a partes de Asia, América Central y el Caribe, la infección se ha convertido en una epidemia “generalizada” dado que más del 1% de la población general es portadora del virus. En Botswana, Sudáfrica y Zimbabwe se calcula que mas del 60 % de los jóvenes que hoy tienen 15 años van a contraer la enfermedad. Mientras que en lugares del Sur de África, más del 30 % de las mujeres embarazadas son seropositivas
En 1987 aparece el AZT y con ello se abren grandes expectativas de tratar y controlar el sida. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que para esta infección una droga única no es suficiente, sino que, como ocurre con la tuberculosis, deben usarse combinaciones. En 1995 se descubren los medicamentos llamados inhibidores de proteasa y otros antivirales que, administrados en forma combinada, constituyen los clásicos cócteles de drogas, que logran disminuir la mortalidad al reducir las complicaciones, y mejoran la calidad de vida del paciente con VIH.
El beneficio de estas drogas, sin embargo, no ha llegado a las regiones más afectadas por esta epidemia, como son los países de África y del sudoeste asiático. Para el control de la infección en estas regiones, la única solución es la aparición de una vacuna de fácil aplicación. En la actualidad se están realizando estudios para evaluar la eficacia de esta vacuna, que aún está en investigación.
Por el momento, la principal herramienta sigue siendo la prevención. Hacia mediados de los ochenta, gracias a las campañas se logró revertir el enorme aumento inicial de la infección por VIH, pero durante los últimos años la tasa de nuevas infecciones se ha mantenido estable en lugar de descender. Uno de los motivos es el hecho de que las infecciones por el virus se han concentrado en los sectores más pobres de la población, a los que no llega información suficiente sobre prevención.
En algunos países, el uso creciente y adecuado del preservativo, la disminución del número de parejas, y el evitar compartir agujas u otros elementos cortantes en casos de drogadicción han podido frenar la propagación de la pandemia
En resumen: el sida ha sido la epidemia más importante del siglo XX, y con ella hemos entrado al siglo XXI. Frente a este hecho, la prioridad es la prevención. Los infectados, por su parte, deben conocer que hoy existen tratamientos efectivos y seguros para disminuir la mortalidad y lograr una mejor calidad de vida. Y para aquellos que viven con el temor de haberse infectado, el test puede aclarar rápidamente la situación.