EL 10 DE SEPTIEMBRE ES EL DíA PARA PREVENIR LA PRáCTICA |

Según la OMS, una persona se suicida cada 40 segundos

La organización estima que en el mundo un millón de individuos por año deciden terminar con su vida. Esta conducta cada vez se extiende más a los jóvenes.

Cada 40 segundos una persona se suicida en el mundo, lo que eleva a un millón anual la cifra de aquellos que deciden acabar con su vida, una epidemia que cada vez más se extiende a los jóvenes, según denuncia la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

El 10 de septiembre se conmemora el Día para la Prevención del Suicidio, un fenómeno que afecta a todas las regiones del mundo y a todos los grupos de edad, y que es especialmente preocupante porque por cada persona que logra poner fin a su vida hay veinte tentativas fallidas. 

Sin embargo, en medio siglo ha habido un cambio de tendencia: si en 1950 el 60% de los suicidios eran protagonizados por personas mayores de 45 años, actualmente, el 55% de las personas que acaban con su vida son menores de esa edad.

De hecho, quitarse la vida por propia voluntad es la tercera causa de muerte entre las personas de 15 a 44 años, y entre los jóvenes de 10 a 24 años, aunque globalmente, constituye la segunda causa de muerte. 

Los índices de suicidios entre los jóvenes han aumentado tanto que en un tercio de los países esta franja de edad es considerada la de «mayor riesgo» por la OMS.

«Las causas exactas del por qué de este cambio de tendencia no las sabemos. Es un fenómeno que afecta a todos los países y que va en aumento, pero las razones principales no las conocemos, son muchas, variadas y cambian mucho de caso a caso», señaló Alexandra Fleischmann, del departamento de Salud Mental de la OMS. 

En general, las mujeres llevan a cabo más tentativas de suicidios que los hombres, pero las personas de sexo masculino logran concretarlo más que las féminas,  porque usan métodos más radicales, como pistolas o pesticidas, frente al abuso de medicamentos por parte de ellas.

Los factores que determinan llevar a cabo una tentativa de quitarse la vida son múltiples y variados -psicológicos, sociales, biológicos, culturales y medioambientales-, pero, generalizando, se puede afirmar que los desordenes mentales (depresión y uso desproporcionado del alcohol, especialmente) son un factor mayor de riesgo en Europa y EEUU, mientras que en los países asiáticos el impulso «juega un papel esencial». 

«Por ejemplo, en las zonas rurales de Asia hay un gran problema con los pesticidas. En una situación desesperada, los agricultores toman impulsivamente el pesticida y mueren rápidamente», explicó Fleischmann. 

«Además -agregó-, en las zonas remotas el acceso a los establecimientos de sanidad es mucho más difícil que si el intento de suicidio se realiza en un apartamento de una gran ciudad desarrollada, donde esa persona puede ser llevada de urgencia a un hospital y ser salvada». 

Con respecto a América Latina, la región mantuvo tradicionalmente bajos niveles de suicidios, si bien existen grandes diferencias entre países, como lo revela el 1,9 por cada 100.000 hombres peruanos que acaban con su vida, frente a los 26 por cada 100.000 de los hombres uruguayos. 

«Tradicionalmente las tasas en América Latina se han mantenido bajas, pero vemos la misma tendencia que en el resto del mundo de que los índices aumenten, sobre todo entre los jóvenes», destacó la experta.

Fleischmann explicó que los recientes estudios revelan que si bien los países escandinavos siguen teniendo altas tasas de suicidios, el fenómeno se extiende en Europa del Este y, particularmente, en Asia, «en grandes países como China o India, con una gran población y con inmensos problemas ligados al desarrollo y a la globalización». 

Consultada sobre el aumento de suicidios relacionados con la crisis económica que afecta a algunos países de Europa, Fleischmann afirmó que, en la mayoría de los casos, las personas que los cometieron eran «vulnerables» previamente, y la presión sólo exacerbó la situación.

Ante esta situación, la OMS recomienda actuaciones multidisciplinarias, como la formación del personal educativo y sanitario, la restricción del acceso a los métodos (pistolas, pesticidas, medicamentos), «cuidar» la presentación pública de los casos (evitar publicarlos en los medios de comunicación), entre otros. 

La experta alertó sobre el peligro que representa la falta de conciencia sobre la importancia del problema y el hecho de que sea un tema tabú en muchas sociedades. 

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