Desde un punto de vista biológico, parece que el cuerpo fue diseñado para tener períodos intermitentes de ayuno. Siempre y cuando consumas los alimentos dentro de un lapso de seis a ocho horas, podés decidir si deseás desayunar y comer a medio día, o comer a medio día y cenar. Si elegís que tus comidas principales sean a medio día y en la noche, cená al menos tres horas antes de irte a dormir.
¿Cuántas comidas al día es lo ideal?
La respuesta convencional de siempre es que la mayoría de las personas necesita tres comidas completas diarias con algunos tentempiés intermedios para mantener estable su nivel de azúcar e insulina en la sangre.
Sin embargo, hay evidencias que sugieren que este picoteo casi continuo podría ser culpable parcialmente de la obesidad y de la epidemia de diabetes.
El riesgo más obvio de distribuir las comidas durante la mañana, medio día y noche es consumir alimentos en exceso. Otros riesgos menos obvios son los cambios biológicos que ocasionan una disfunción metabólica, el aumento de peso subsecuente y mala salud.
Nuestros ancestros no tenían acceso a los alimentos todo el día, toda la semana, así que, desde una perspectiva histórica, nuestro cuerpo parece estar diseñado para los períodos intermitentes de ayuno. De hecho, hay una variedad de efectos benéficos que suceden cuando se pasan largos períodos de tiempo sin comer.
Por qué no consumir varias comidas al día
De acuerdo con el Dr. Valter Longo, científico de la Universidad del Sur de California, donde estudia el horario de los alimentos y la restricción calórica, afirma que tres comidas al día podrían ser demasiado.
Con base en sus investigaciones, está convencido que mientras menos comidas hagas, te sentirás mejor de forma general. Como reportó la revista Time: «Longo dice que los estudios que apoyan la estrategia del picoteo tienden a tener errores predecibles. A menudo solo observan los efectos a corto plazo del aumento de la frecuencia de las comidas. Aunque al principio tu apetito, metabolismo y azúcar en la sangre podrían mejorar, tu sistema se acostumbrará a este nuevo horario de alimentos después de un mes o dos. Cuando eso sucede, el cuerpo comenzará a esperar y a ansiar alimentos todo el día, en vez de solo a medio día o a la hora de la cena».
Desayuno o cena, pero no ambos
Si tenés un trabajo físicamente agotador, probablemente es mejor que consumas un desayuno y una comida completa, y luego evites la cena. La clave que hay que recordar es consumir alimentos tan solo dentro de un período de seis a ocho horas consecutivas cada día y evitar los alimentos durante al menos tres horas antes de irse a dormir.
Nada de esto aplica en los adolescentes de peso normal o en los niños en desarrollo. Probablemente ellos necesiten tres comidas completas al día, a menos que tengan sobrepeso.
Beneficios de evitar la cena
Los fanáticos del ayuno intermitente aseguran que para evitar las enfermedades degenerativas crónicas, es importante que haya al menos tres horas entre tu última comida y tu hora de dormir. Esto se debe a la forma en la que el cuerpo produce energía. Muchas personas no saben que sus mitocondrias son las responsables de «quemar» el combustible que el cuerpo consume y de convertirlo en energía utilizable.
Estos minúsculos derivados bacterianos viven dentro de la célula y están optimizados para generar energía de los alimentos que consumís y del oxígeno en el aire que respirás. Tus células tienen entre 100 y 100 mil mitocondrias.
Las mitocondrias crean energía al generar electrones que generalmente se transfieren al ATP (trifosfato de adenosina). Cuando no se tiene resistencia a la insulina, esta transferencia de energía funciona bastante bien, pero cuando es resistente a la insulina o se come en exceso, tienden a emerger disfunciones.
Si consumís más calorías de las que el cuerpo puede utilizar inmediatamente, habrá un exceso de radicales libres, los cuales regresarán a las mitocondrias.
Estos electrones son altamente reactivos y comenzarán a filtrarse fuera de la cadena de transporte de electrones en las mitocondrias. Este exceso de electrones se filtra y terminan matando prematuramente a las mitocondrias y luego causan más estragos al dañar las membranas celulares y al contribuir a las mutaciones del ADN.
Hay muchos expertos que creen que este tipo de disfunción mitocondrial es una de las claves que acelera el envejecimiento.