Durante las últimas décadas se está presenciando una verdadera epidemia de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). El impacto es importante debido a que muchas de estas enfermedades no causan síntomas o se presentan en forma leve. Por esta razón, muchas veces las infecciones no se detectan rápidamente. Un hombre infectado puede transmitir la enfermedad a su pareja y la mujer, si está embarazada, al feto o al recién nacido. Además, puede sufrir complicaciones severas como embarazo ectópico e infertilidad.
Cada año, sólo en los EEUU, más de 19 millones de personas sufren de alguna ETS, el 50% son adolescentes y adultos jóvenes. Proporcionalmente y de acuerdo con estas cifras, en nuestro país aparecen 1,5 millones de casos por año.
Si bien se conocen más de veinte formas de ETS, las principales infecciones son las producidas por Chlamydia, herpes, papilomavirus humano (HPV), gonococo, virus de la hepatitis B, VIH y Treponema pallidum (sífilis).
Es importante recordar que la mayoría de estas enfermedades pueden prevenirse y, por otra parte, si se las diagnostica en forma precoz, pueden ser tratadas eficazmente y evitar sus complicaciones.
La infección por Chlamydia y la gonorrea son enfermedades bacterianas que se curan fácilmente con antibióticos. Afectan especialmente a adolescentes y adultos jóvenes de ambos sexos. En la mayoría de los casos la infección no produce síntomas, esto puede generar serios problemas de salud puesto que, sin tratamiento dos de cada diez mujeres desarrollarán enfermedad inflamatoria pelviana (infección del útero, ovarios y/o trompas) con el riesgo de sufrir infertilidad, dolor pelviano crónico o embarazo ectópico. Es aconsejable entonces realizar un examen anual de toda la población considerada “de riesgo”: adolescentes, mujeres con múltiples parejas sexuales o que no utilicen preservativos durante la totalidad del coito.
Por otra parte, la sífilis, considerada por muchos una enfermedad de otros tiempos, ha recrudecido en esta “era del HIV”. El mayor peligro es para la mujer, ya que, en la mayoría de los casos, la infección inicial pasa inadvertida. Esto puede originar, a lo largo de los años, una enfermedad avanzada y, si se embaraza, puede transmitirse la infección al feto (sífilis congénita). Por lo tanto, es necesario que toda mujer en riesgo de adquirir una ETS y todas las embarazadas se realicen la prueba de VDRL para detectar la sífilis y reciban el tratamiento correspondiente.
Entre las enfermedades de transmisión sexual de origen viral, la infección por HPV o papilomavirus humano es la más frecuente. Existen varios tipos de HPV. Los de bajo-riesgo causan lesiones genitales visibles llamadas “verrugas genitales”, que son elevaciones de la piel ubicadas en la vulva, pene, alrededor o dentro de la vagina o ano y sobre el cuello del útero.
Otros tipos de HPV producen cambios muy pequeños en la piel o mucosas, que sólo el médico puede encontrar con la ayuda de instrumentos especiales. Algunos HPV de alto-riesgo causan cáncer de cuello de útero o lesiones premalignas.
En la mujer, el diagnóstico se realiza habitualmente por el examen ginecológico de rutina o colposcopía. El examen de papanicolau (PAP) puede actuar como orientador. En el hombre, el examen urológico completo permite su diagnóstico.
Es muy importante realizar un diagnóstico preciso para tratar precozmente las lesiones precancerosas. Actualmente se ha desarrollado una vacuna para HPV que previene el cáncer de cuello uterino por esta causa.
El virus de la hepatitis B es mucho más contagioso que el HIV. Al igual que este último, se transmite por vía sexual, sanguínea y de madre a hijo.
La infección aguda suele producir pocos síntomas. Se calcula que el 90% de los menores de un año y el 10% de los adultos infectados por el virus de la hepatitis B se convertirán en portadores crónicos. Esto implica que tendrán mayores posibilidades de desarrollar formas crónicas de hepatitis, cirrosis y cáncer de hígado.
Si bien existen terapias para estas formas crónicas, no hay un tratamiento específico para la infección aguda. De todas formas, la existencia de una vacuna segura y efectiva la convierte en una enfermedad prevenible. La vacuna puede ser administrada a recién nacidos, niños y adultos, incluidas las mujeres embarazadas.
El síndrome de inmunodeficiencia adquirido SIDA se describió por primera vez en 1981. Desde el comienzo de la epidemia hasta la fecha se estima que hay más de 33 millones de personas infectadas en el mundo. Las personas con SIDA son susceptibles a muchas enfermedades, a infecciones oportunistas y algunos cánceres. La infección se transmite a través de las relaciones sexuales no protegidas y de compartir jeringas con personas infectadas. Los avances en el tratamiento con múltiples drogas permiten mejorar la calidad de vida, retardar la aparición de complicaciones y disminuir los riesgos de transmisión del virus al recién nacido. Sin embargo, la prevención continúa siendo la medida más importante frente a esta infección
Consejos para prevenir las Enfermedades de Transmisión Sexual
– Use preservativo en relaciones sexuales riesgosas
– Realice periódicamente los estudios de prevención indicados por el especialista
– Vacúnese
– Trátese adecuadamente
– Informe a su pareja si padece una ETS ya que puede necesitar también un tratamiento.