Los datos de la 4ª Encuesta Nacional de Factores de Riesgo revelan que 6 de cada 10 argentinos (61,6%) padecen algún grado de exceso de peso, siendo la obesidad y el sobrepeso una epidemia en plena expansión.
Como toda enfermedad crónica, la obesidad requiere de un seguimiento a largo plazo, aún luego de haber descendido de peso y, en ocasiones, no alcanza con la dieta y el ejercicio físico para bajar los kilos de más. Al respecto, el médico especialista en Nutrición Alberto Cormillot (M.N.24.518) explicó que cuando una persona sube de peso, está alterado un sistema de equilibrio, que en medicina se llama homeostasis. “Por este sistema uno mantiene siempre el mismo nivel de oxígeno en la sangre, el mismo nivel de azúcar, de ácido úrico, la misma cantidad de pulsaciones… Pero en algunos casos ese equilibrio se rompe: si se rompe el equilibrio de la glucosa, aparece la diabetes; si se rompe el equilibrio del ácido úrico, aparece la gota; es decir que si se rompe cualquier equilibrio, aparecen las enfermedades. En el caso de la obesidad, se rompe un equilibrio que mantiene una determinada cantidad de grasa corporal”, precisó.
En ese sentido, el especialista argumentó que una vez que la persona subió 20, 30 o 40 kilos, el aumento de peso “toma la forma de una enfermedad crónica y la persona va a seguir con una tendencia, que se puede controlar, pero no se puede curar: una vez que aparece, igual que la diabetes o la hipertensión, se transforma en una enfermedad crónica”.
Según detalló Cormillot, “hay casos en los que no se puede lograr el descenso porque son muchos los kilos de más y a la persona le cuesta pero no por una cuestión de voluntad, sino porque toda su cabeza está programada para comer”, agregó el nutricionista, quien señaló que “el cuerpo tiene memoria y va a querer volver al peso que tenía”.
En esa línea, detalló que “cuando el exceso de peso complica la vida y hay otras enfermedades asociadas, como la diabetes, u otras complicaciones, está la indicación de la cirugía”.
La Guía de Práctica Clínica Nacional sobre Diagnóstico y Tratamiento de la Obesidad del Ministerio de Salud (2011, 2014 y 2017) precisa que un paciente tiene indicación de cirugía bariátrica cuando presenta un índice de masa corporal (IMC: peso/altura2) mayor a 40 o IMC mayor a 35 asociado a diabetes, hipertensión arterial, apnea del sueño, enfermedad cardiovascular o artrosis con gran limitación funcional.
“En mi experiencia, cuantos más son los kilos de exceso y más tiempo han estado con ellos, más difícil va a ser que la persona se maneje sin una intervención tan importante como la de la cirugía”, prosiguió Cormillot, para luego aclarar: “Pero es necesario recordarle al paciente que después de la cirugía tiene que seguir en contacto con el equipo de profesionales -cirujano, nutricionista, clínico, psicólogo, etc.- para que lo vayan acompañando. Porque muchas veces las personas se confían solamente en la cirugía y después se desconectan del equipo. Y ahí es donde la cosa no funciona”.
El experto insistió en la importancia del seguimiento post quirúrgico al enfatizar que aquellos pacientes que descienden 30 o 60 kilos tras la cirugía, se enfrentan a un “mundo nuevo”. Tienen que enfrentar la modificación en los vínculos, su nueva imagen corporal y reconocerse a través de los cambios. “Algunas personas se adaptan, a otras les cuesta más… hay toda una serie de cambios que es muy difícil transitar solos”. Es importante abordar el tema del hambre emocional ya que muchas veces la tristeza, la angustia, la ira, el aburrimiento, la ansiedad, nos lleva a una ingesta compulsiva.
Por eso el trabajo psicoterapeútico y las herramientas psicoeducativas son fundamentales en el tratamiento interdisciplinario del paciente con obesidad.