Afirman que controles cerebrales predicen qué disléxicos podrán leer

Dos pruebas por imágenes predijeron con un 90% de exactitud la cantidad de chicos que lograrían alfabetizarse en un lapso de tres años. El hallazgo podría conducir a mejores formas de tratar este trastorno común del aprendizaje.

Controles cerebrales sofisticados predijeron con precisión qué adolescentes con dislexia aprenderían a leer en los siguientes tres años, un hallazgo que podría conducir a mejores formas de tratar ese trastorno común del aprendizaje, informaron investigadores.

A través de la observación de un patrón específico de actividad cerebral en adolescentes con dislexia, los expertos predijeron con un 90% de exactitud qué estudiantes aprenderían a leer.

«Esto nos da la esperanza de poder identificar qué niños podrían mejorar con el tiempo», indicó en un comunicado el doctor Fumiko Hoeft, de la Escuela de Medicina de la Stanford University, cuyo estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.  «Se necesitan más estudios antes de que la técnica sea clínicamente útil, pero este es un gran paso adelante», agregó.

La dislexia es un trastorno del aprendizaje con raíz cerebral que afecta a entre el 5% y el 17% de los niños estadounidenses. Las personas que la padecen tienen dificultades para leer, deletrear, escribir y pronunciar palabras.

Alrededor de un quinto de los pacientes con dislexia severa aprende a leer, por lo que  Hoeft y sus colegas querían ver qué sucedía en el cerebro de esos estudiantes.

El equipo evaluó a 45 adolescentes de 11 a 14 años que se sometieron a una serie de pruebas para determinar sus habilidades de lectura. En base a esto, los investigadores clasificaron a 25 de ellos como disléxicos.

Los autores emplearon dos técnicas por imágenes diferentes, incluida la resonancia magnética funcional, que mide el oxígeno usado por el cerebro durante diferentes actividades, y la resonancia magnética con tensor de difusión (DTI), que revela las conexiones entre las áreas cerebrales.

Luego mostraron a los jóvenes distintos pares de palabras y les pidieron que identificaran cuáles rimaban, aún cuando se escribían diferente. Hallaron que alrededor de la mitad de los chicos que eran disléxicos tenía actividad extra en una región del cerebro. Y algunos de los niños con el trastorno presentaban conexiones más fuertes en una red de fibras cerebrales que relacionan la parte frontal y posterior del cerebro.

Cuando chequearon a los mismos jóvenes dos años y medio después, el equipo halló que los que tenían esta actividad cerebral inusual eran más propensos a haber aprendido a leer que otros disléxicos. Sin embargo, las pruebas en lápiz y papel que suelen usarse para evaluarlos no lograron predecir qué estudiantes lograrían leer.

«El motivo por el que esto es emocionante es que hasta ahora no había medidas que predijeran quién aprenderá a compensar», dijo Hoeft.

Alan Guttmacher, director del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, parte de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, dijo que el resultado brinda una perspectiva sobre cómo el cerebro de ciertas personas con dislexia compensa los problemas de lectura.

«Aprender por qué otros individuos tienen problemas de compensación conduciría a nuevos tratamientos para ayudarlos a superar la discapacidad de lectura», señaló en un comunicado Guttmacher, cuya agencia financió el estudio.

El estudio es parte de un nuevo campo llamado «neurociencia educacional», que emplea investigaciones con imágenes cerebrales para ayudar a mejorar los problemas de aprendizaje en niños y adolescentes.

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